Muy queridos hermanos, en este día le pedimos a nuestro Padre Dios que nos ayude a entender y agradecer su amor tan grande por nosotros, pues para liberarnos del pecado y de la muerte quiso que su muy amado Hijo sufriera el suplicio de la cruz. Meditemos en las enseñanzas que nos propone la Palabra este día.
Lecturas
El Profeta Isaías (50, 4-9a) nos señala la misión de este personaje, al que llama «Siervo de Dios», que consiste en confortar al abatido con palabras de aliento, y para eso debe estar listo, en primer lugar, para escuchar al mismo Dios porque él es quien le da palabras de aliento para quien se la pida.
El Santo Evangelio de nuestro Señor, que nos presenta San Mateo (26, 24-25), nos narra que Judas, uno de los doce amigos del Señor Jesús, lo entregó a las autoridades por treinta monedas de plata y la ocasión para entregarlo en sus manos fue la última cena que tuvo con ellos antes de morir.
El Siervo de Dios del que nos habla el Profeta Isaías es nuestro Señor Jesús. Él fue enviado por su Padre para sacarnos del camino de muerte al que nos lleva el pecado. Él es quien con su Palabra de cada día nos orienta y nos conforta, pero también es él quien recibe de nosotros esos rechazos grandes como golpes fuertes en el corazón. Como jalones en su barba, como insultos y salivazos; pero, aun así, desea seguir con nosotros pues sabe que su Padre lo ayuda, por eso no se confunde en lo que debe hacer, por eso endurece su corazón ante las agresiones y lo ablanda ante las necesidades que le presentamos.
Meditación
Veo en esta enseñanza cómo Dios es tan grande que muestra su gran libertad respetando nuestra propia libertad. Judas entrega a Jesús como un gesto de traición. Ya en el libro del Levítico nos había dicho que nos pone al inicio de dos caminos: el de la vida y el bien y el de la muerte y el mal. Pero también nos decía con claridad que depende de nuestras decisiones el tomar uno o tomar el otro. Judas toma el camino de la muerte y del mal, en cambio nuestro Señor Jesús decide el camino de la vida y el bien, se entrega voluntariamente por nosotros. Desde la cruz le dice a su Padre «perdónalos» y nos justifica diciendo «porque no saben lo que hacen».
Sin más palabras que puedan oscurecer el mensaje evangélico de hoy, los invito a que juntamente con el ladrón que fue crucificado junto a Jesús le digamos: «“Acuérdate de nosotros cuando estés en tu Reino”, no nos dejes, confórtanos cada día con tu Palabra divina y ábrenos los oídos para querer escucharte».
Pbro. Ascensión Martínez Escobar
Rector del Seminario