A lo largo de las lecturas del Antiguo Testamento, la Liturgia de la Palabra nos narra parte de la historia de nuestra salvación, hasta llegar al momento culmen: La Resurrección de Jesús. Para nosotros creyentes, esta es la fiesta más importante, ya que: «si Cristo no hubiera resucitado vana seria nuestra fe» (1 Cor 15, 14). Cristo vence a la muerte, Jesús ya no está en el sepulcro, Él vive y nos quiere vivos también a nosotros.
Este año, al comenzar con la Vigilia el tiempo de Pascua, no podemos permitirnos seguir siendo los mismos, pensar equivocadamente que esta es una Pascua más en nuestra vida, una pascua sin sentido, una pascua sin trasformación interior, una pascua que no es capaz de calar en lo profundo de nuestra existencia.
Pascua significa paso, salto. Hoy el Señor pasa por nuestra vida para liberarnos de nuestros sepulcros y que así podamos resucitar a una vida nueva. Quiere que pasemos de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la tristeza a la alegría, de nuestros sepulcros a la resurrección, a la vida nueva.
Pero para esto es necesario detenernos y preguntarnos: ¿Qué es lo que me da muerte? ¿Cuáles son mis sepulcros? Tal vez puede ser el miedo, la tristeza, el rencor, la venganza, el dolor, las preocupaciones, la enfermedad, la desilusión e incluso la depresión.
Hoy Jesús al resucitar nos invita a resucitar con Él a una vida nueva, quiere que seamos capaces de dejar aquellos sepulcros que nos dan muerte y confiemos en Él. Jesús nos da vida nueva si nosotros le abrimos nuestro corazón, si lo dejamos entrar en él. Jesús nos toma de la mano para que realicemos este «paso» en nuestras vidas, esta trasformación y resurrección que tanto anhelamos en este momento.
No tengamos miedo de confiar en Dios, no nos dejemos vencer por el desánimo o el cansancio. Si nosotros hemos decidido salir de estos sepulcros, Jesús nos ofrece una vida nueva. Es verdad, que esta vida nueva nos ofrece una nueva visión de nuestra existencia, de nuestras tristezas, de nuestras enfermedades, de nuestros dolores. Porque con Jesús todo se hace nuevo y todo se ve desde otra perspectiva: desde la fe, la esperanza y la caridad, y por eso más que preguntarnos un por qué, Jesús nos enseña a encontrar el para qué de esas situaciones que de pronto no alcanzamos a comprender.
Jesús nos enseña a salir de nuestros sepulcros y nos invita a caminar con Él, no quiere que estemos muertos por el pecado o la tristeza, nos quiere vivos para poder ir al encuentro de los hermanos, transmitirle su palabra, y llevar esperanza y consuelo a los hermanos que más lo necesiten.
Resucitemos este día con Jesús, cambiemos de actitudes, salgamos de nuestros sepulcros y de nosotros mismos, para que al encontrarnos con nuestros hermanos podamos encontrarnos con Jesús Resucitado.
Pbro. Fernando Rafael Llamas Puente