Lucero del alba, aurora estremecida
Luz de mi alma, Santa María.
Llena de ternura, bendita entre las benditas,
Madre de todos los hombres, Santa María
Queridos amigos lectores siempre es grato y reconfortante hablar de la madre, pero en especial de aquella mujer que es Madre de Dios, la virgen María. Hoy en este día celebramos a la mujer en el don de la maternidad, el día de las madres; por eso, tomando a María como modelo de Madre, reflexionemos sobre las virtudes y cualidades que siempre debemos admirar en una mamá.
Las primeras cualidades que observamos en la Madre de Dios son la sencillez y la humildad para recibir de parte del ángel la llamada que Dios le hacía para ser la madre del Salvador. Hoy en día, las madres están llamadas a reflejar las mismas actitudes de María, ya que María es el modelo a seguir como la mujer perfecta, como modelo de madre. María siempre estuvo dispuesta a cumplir la voluntad de Dios con el “fiat”, es decir, con el “sí”. La sencillez de la madre significa la atención para con sus hijos, María nos muestra que al tener entre sus brazos a su pequeño Emmanuel lo acaricia, lo besa, lo manifiesta a los demás. Lo muestra para que nosotros lo contemplemos. Que en estas actitudes las madres del mundo de hoy acojan con humildad y valoren este don precioso que Dios les ha regalado: “ser madres”, así como nosotros como hijos podemos decir: Santa María es Madre Nuestra.
La escucha es otra virtud que podemos contemplar en María, ya que ella estuvo atenta al mensaje que el Ángel le dirigía de parte de Dios, una escucha muy sencilla por parte de la virgen Madre con actitud, ante todo, de respeto. Una actitud que muestra disposición para escuchar las palabras dirigidas a su persona, una actitud orante, es decir, con mucha disposición a la misión que le estaba reservada. Hoy las madres pueden imitar infinidad de virtudes que encontramos en María, por ejemplo, las mencionadas anteriormente. Escuchar a los hijos siempre es un acto grato, ya que como hijos siempre recurrimos a aquella que nos trasmitió la vida, vamos a ellas siempre para escuchar las palabras llenas de sabiduría, vamos a ellas para encontrar en ellas consejos, vamos para que ellas nos orienten por el camino recto, ya que un hijo siempre recurre a su madre y si no vamos a nuestra madre es como si estuviéramos huérfanos y no tuviéramos a quien recurrir. Hoy las madres, en la imitación de estas virtudes que contemplamos en María, pueden decir: Gracias, Santa María, Madre Nuestra, por enseñarnos virtudes para acompañar a nuestros hijos.
Siempre la virgen María acompaña a sus hijos, nunca los deja solos. Ella se nos muestra como madre, como Madre de Dios y Madre nuestra, por eso contemplamos en ella todas las virtudes de una verdadera Madre. Con estas actitudes que hemos mencionado nos muestra que como madre siempre atenderá las suplicas que todos sus hijos dirijan hacia ella. La madre de Dios siempre atenderá los ruegos de sus hijos, ya que como buena madre nos dice a los pies del Tepeyac: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás a caso bajo mi sombra y mi resguardo?” La escucha de parte de nuestra madre siempre estará presente, así que nunca debemos sentirnos desprotegidos y mucho menos desamparados ya que la madre de Dios siempre atenderá al llamado de sus hijos.
Contemplemos pues todas y cada una de las virtudes que admiramos en la madre de Dios, porque María se nos muestra como madre de todos, la que nos cuida, nos protege, la que nos lleva al encuentro con su hijo Jesucristo. Hoy en este día que cada una de las madres de este mundo siempre trate de imitar a María, porque ella siempre podrá enseñarles una cosa nueva que podrán enseñar a cada uno de sus hijos.
Por Raudel Ríos Reyes
Segundo de Teología