En los últimos años, con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se ha cuestionado sobre los beneficios y complicaciones que puede traer el uso y manejo del internet a las personas. Muchas cosas, por sí mismas, no son malas, sino que lo que las complica es justamente el uso que hacemos de ellas. Este es el caso del internet.
Algo que ha sacudido la vida de muchas personas es la adicción al internet, esta problemática es actual, si bien el uso de estas redes de comunicación interconectadas remonta sus inicios a los años sesenta. Para hablar de adicción a internet debemos tener claro, primeramente, el concepto de adicción: según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “es una enfermedad física y psico-emocional que crea una dependencia o necesidad a una sustancia, actividad o relación”.
Así podemos deducir que la adicción al internet es una enfermedad, debido a que altera el funcionamiento normal de las personas. Un funcionamiento normal hace referencia a la capacidad que tienen los sujetos para llevar a cabo las tareas que les compete para su sano desenvolvimiento de manera personal, con su entorno y las demás personas.
La adicción al internet es posible identificarla, puesto que presenta un conjunto de síntomas en los cuales, hay que decirlo, no solamente intervienen factores sociales, sino también psicológicos y en algunos casos hasta biológicos. Dichos síntomas pueden observarse por ejemplo cuando la persona ya no controla el tiempo que pasa utilizándolo ni los fines para los cuales lo usa, cuando se niega a aceptar que el uso que hace es desmedido y está afectando sus relaciones y la realización de las tareas que le competen, así como cuando, de manera jerárquica, pone en primer lugar su conexión a internet en comparación con otras necesidades más importantes para él, como es el caso de las necesidades básicas: comer, dormir, convivir, etc.
Alguna de las actividades que se desprenden de la adicción a internet o que son parte de ésta, son el juego excesivo, el ciber-sexo y el desmedido envío de mensajes a través de las redes sociales. Estas actividades no solo son propias de los adolescentes y los jóvenes, hoy en día podemos encontrar también adultos y niños que pasan la mayoría del tiempo inmersos en estas redes de comunicación. Sin embargo, pareciera que socialmente es más aceptada comparándola con otras adicciones, debido a que no nos percatamos con tanta facilidad y rapidez de las consecuencias que puede producirnos esta adicción.
Tales consecuencias pueden ser, en el caso de los adultos, desde la pérdida de trabajo, falta de contacto con los más cercanos (especialmente con la familia), descuido personal (refiriéndonos a cuestiones de higiene y alimentación), así como las distorsiones cognitivas. Éstas últimas son esquemas equivocados de interpretar los hechos o la realidad. En el caso de los adolescentes, jóvenes y niños, lo podemos palpar claramente en su desempeño académico y la convivencia.
Pero, ¿cómo podemos prevenir y combatir esta adicción? Una buena idea sería diversificar los tiempos de ocio, es decir, variar las actividades que se llevan a cabo en el tiempo libre, de modo que estas también respondan a producir un sano desarrollo físico, intelectual y social. El internet no es la única actividad que tenemos como opción para los tiempos de distensión. Tanto el deporte como la lectura, la visita a lugares de recreación, entre otras, son opciones que pueden ayudarnos a crecer; incluso, visitar a personas que hace tiempo no vemos y convivir con ellas es una buena manera de invertir el tiempo.
En el caso de que la persona que sufre esta enfermedad mantenga cierta negación de los síntomas y consecuencias que le están afectando, se aconseja el apoyo profesional de un psicólogo o terapeuta que ayude al sujeto a hacerse consciente de su situación y buscar alternativas para superar su adicción.
En conclusión, la adicción a internet es una enfermedad. El uso que hacemos de internet debe ser controlado y en beneficio no solo de nosotros mismos, sino de los demás y nuestro entorno. Esta adicción se puede prevenir a medida que aprendemos a usar nuestro tiempo y a priorizar nuestras actividades en favor de nuestro sano desarrollo. Más vale atender esta situación a tiempo y no esperar a que las consecuencias graves lleguen.
Lic. en Psic. Miguel Alejandro Salcedo Enciso
Primero de filosofía