Categories: Artículos Leave a comment

Una mirada antropológica a la migración

El tema de la migración es común de todo el mundo, y ha estado presente en toda la historia de la humanidad; desde esta óptica nos podemos hacer la pregunta: ¿Por qué el hombre emigra? ¿Qué es lo que busca con migrar? Lo primero que debemos saber es que el hombre siempre ha sido migrante, y esto es palpable en todas las culturas. Podemos responder tentativamente, el hombre emigra por buscar una vida más cómoda, un ejemplo podría ser el decir huir de los lugares fríos o desérticos para encontrar mejores condiciones de vida y quizá, mayor abundancia de comida, también migra por fenómenos como la guerra o por conflictos políticos. La migración del hombre es pues algo que tiene inscrito en su vida, en el presente artículo trataré de dar un enfoque desde la etnografía y la antropología, para entender mejor la cuestión de la emigración.

En nuestro estado de Zacatecas es muy común ver que en gran parte de nuestras comunidades las personas emigran a otros países o a otros estados, incluso algunas comunidades han desaparecido casi por completo, pues los habitantes se han ido, dejando los pueblos casi solos, quedando en su mayoría población muy adulta, sin jóvenes.

A través del tiempo el hombre ha emigrado de modo distinto y por fines diferentes. Cada cultura aporta algo cuando se da el fenómeno migratorio. Los sueños del migrante serán siempre los mismos: buscar una vida mejor, no solo para él sino para los suyos; emigrará para buscar un mejor empleo, mejores condiciones de vida, tranquilidad, etc. También emigra por estar más cerca de la sociedad, tener mejores servicios de salud, más oportunidades para poder estudiar.

La emigración pues, ¿la podemos ver como la solución a esta búsqueda? Esto dependerá del enfoque desde el que la veamos, si preguntamos a un padre de familia que está en otro país la respuesta será negativa, por lo que dirá que lo que desea es tener a su familia a su lado, si preguntamos a una familia completa que se encuentra en otro estado de su mismo país de origen, tal vez la respuesta sea en sentido positivo, pues su situación se ha visto beneficiada y las oportunidades de estudio para sus hijos son mejores.

Pero no siempre el emigrar resulta tan fácil como se piensa, pues al llegar la persona a otro lugar donde no corresponde, le es difícil aceptar o acostumbrarse a las costumbres, en aspectos como en la religión, la organización social, el clima, la alimentación, etc. La migración no siempre se da de forma voluntaria, muchas veces las condiciones laborales así lo exigen, por ejemplo, el caso de que a alguien lo traslade la empresa donde trabaja a otro lugar donde su servicio sea requerido, a estas personas les será más difícil adaptarse en un nuevo lugar y a las costumbres de la región.

Como vemos pues, los factores por los que el hombre emigra, serán casi siempre similares, pero en distintas circunstancias, pero todos para alcanzar un mismo fin, la estabilidad y el mejoramiento del mismo hombre, y la búsqueda de la felicidad plena. El hombre es ciudadano del mundo, no pueden existir fronteras que frenen la búsqueda de la realización de las personas. Según el ideal cristiano, ya no hay diferencia entre judíos o griegos, esclavos o libres, porque el Señor es Dios de todos (Ro 10, 12; Gal 3, 28). Así pues seamos o no migrantes, somos hermanos en Cristo.

Felipe de Jesús Lira Medina

Segundo de Filosofía

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *