XXX Domingo del Tiempo Ordinario
¿Cuál es el mandamiento más grande de la ley? (Mt, 22; 34-40) es la pregunta que hace un doctor de la ley, y que tal vez nosotros en este momento que estamos viviendo volveríamos hacerla a Jesús, pero no para ponerlo a prueba como el doctor de la ley, sino para escuchar nuevamente la respuesta, que nos debe hacer eco en nuestro corazón, «amar a Dios y amar al prójimo». En este momento tan difícil donde la violencia está a cada esquina, en tiempo de pandemia, secuestros, etc. es donde nos debe de hacer eco, porque solo amando, es como podemos cuidarnos los unos a los otros.
El amor a Dios y el amor al prójimo, son los dos ejes sobre los cuales se apoya el cristianismo y nuestro ser de discípulos, no pueden ir separados uno del otro, pues al decir que amo a Dios, esto se tiene que ver reflejado en el amor al prójimo, y de igual manera al decir amar al hermano, en ayudar en las buenas obras, si estas no me remiten a Dios, entonces quedan vacías, pues el amor es don de Dios que nos ha amado primero, (1 Jn. 4;19) quedan solo en altruismo, pero para el cristiano debe de ser encuentro de amor con su Dios.
Nuestra sociedad actual tiene esta sed de amor, de amor por parte de Dios, es decir saberse que son amados, en un mundo con tanta violencia en nuestro entorno, de odio contra los mismos hermanos, muertes violentas tanto en hombres como en mujeres, es deber de nosotros como Iglesia hacer manifiesto ese amor que Dios nos tiene, a todos a ellos a esos rostros que sufren la impotencia , el dolor la desesperación, nosotros no debemos pasar desapercibidos ante el dolor del hermano, lo recordábamos hace algunos domingos en la parábola del «buen samaritano».
Pero entonces ¿cómo debe de amar el cristiano, cuáles son las formas concretas de amar? El libro del Éxodo de la primera lectura de la Misa de hoy (Ex 22, 20-26) dice “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero. No explotes a las viudas ni a los huérfanos” pero hoy podemos decir no oprimas a los marginados, a los que sufren por la muerte violenta de un ser querido, no salgas a menos de ser necesario para que no contagies a tu familia y a los que te rodean, usa los protocolos de sanidad, etc. Es de esta manera cómo podemos hacer presente y vivir el Evangelio en este mundo, en este año 2020, de esta manera mostrar mi amor a Dios. Aquí encontramos nuevamente la respuesta de Jesús, «en esto se funda toda la ley y los profetas».
Por Felipe Lira
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