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Estoy por llegar | Iniciamos el Adviento

Con este Primer domingo de Adviento hemos dado inicio a un nuevo año litúrgico y nos disponemos para celebrar el nacimiento de nuestro Salvador; al mismo tiempo, nos preparamos para la manifestación gloriosa del Señor en su segunda venida. En este primer domingo Jesús nos ha dicho: DESPIERTA que vengo pronto.

El Señor, en el evangelio (Lc 21, 25-28.45-36), nos da una serie de descripciones que, si las escuchamos sin profundizar en su significado, nos parecerán unas duras amenazas sobre cómo será su segunda venida, cosas que, en lugar de animarnos y llenarnos de esperanza, parecen ser una serie de advertencias para andarnos con cuidado.

Por medio de la descripción de manifestaciones cósmicas y catastróficas, Jesús quiere darnos a entender que, si su primera venida fue silenciosa, humilde, llena de limitaciones humanas y materiales; su segunda venida será todo lo contrario, vendrá lleno de gloria y poder, de manera que todas las naciones y las gentes de toda raza lo podremos reconocer como Señor del mundo y de la historia.

A nosotros que somos sus discípulos nos toca velar, orar, prepararnos espiritualmente y esmerarnos en las prácticas de las virtudes, especialmente la fe, la esperanza, y la caridad. Es por eso que el Señor nos dice: “Estén alerta, para que los vicios, el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente”.

Cada cosa que iniciamos, lo hacemos proponiéndonos muchas cosas buenas, pero a medida que avanzamos se nos van olvidando esos buenos propósitos, nos pasa aquello que nos advertía el Señor: que las preocupaciones de la vida, los vicios y demás cosas, nos entorpecen la mente descuidando nuestra comunión con Él. También las primeras comunidades cristinas caían en el descuido y el olvido de la preparación en espera del Señor, se desesperaban al constatar que pasaban los años y no regresaba; por ello, san Pablo, deseaba para los tesalonicenses (1 Tes 3, 12–4, 2) que Dios conservara sus corazones irreprochables en la santidad, hasta el día en que viniera Jesús nuestro Señor.

Que Jesús Nuestro Señor a través de la gracia de su Espíritu nos ayude a iniciar este tiempo de gracia. Es tiempo para renovar nuestra esperanza y aguardar activamente su venida gloriosa con un corazón ansioso por recibirlo. Él es el don más grande que hemos recibido del Padre; ya está con nosotros, ya hemos sido salvados por él. Hoy el Señor nos dice DESPIERTA, levanta la cabeza que vengo pronto.

Omar Martínez Guerrero

Cuarto de Teología

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