Categories: Reflexión dominical Leave a comment

JESÚS, LUZ QUE ILUMINA NUESTRA VIDA | IV DOMINGO DE CUARESMA

Cuarto domingo del mes de Marzo

En el evangelio de hoy sobresale la importancia de la fe en nuestra vida. En este pasaje se nos narra que Jesús se encontró con un hombre (Nicodemo), y le señala la importancia de creer en Aquel que muere por nosotros para salvarnos, es el hombre que nos da de su vida. Esta es la mayor dicha de todo hombre, el de tener a Alguien con que nos Ama, para que tangamos vida eterna.

Cualquiera de nosotros puede ser Nicodemo, y que Dios, todos los días no intenta hablar para acercarnos a Él, para hablarnos de alguien con un amor perfecto, que no está a tu lado solo por interés, o solo porque eres muy bueno, sino que a pasar de nuestro pecado está allí todos los días intentado hablarnos. Aprendamos de Nicodemo que busca a Jesús, y como aquellas tantas personas que le buscan a Dios en la vida ordinaria, por medio de la oración, en el templo, en el trabajo diario, en la eucaristía, en amor al prójimo.

También en este pasaje vemos que Jesús se nos presenta como la Luz que ilumina nuestra vida, ahora ya no hay nada que quede escondido, esta imagen de la luz no sirve para subrayar la auténtica voluntad de Dios, con esta claridad podremos ver si nuestras obras son auténticas, solo a la Luz de Jesucristo podremos ver que es bueno y lo que es malo, ¿nosotros estamos dispuestos a aceptar esta Luz? ¿O nos da miedo? Porque cuando vemos con claridad y reflexionamos hondamente sobre nosotros, podremos descubrir tantos aspectos positivos como negativos, tanta bondad como pecado. Por eso nuestro principal objetivo está en aceptar esta luz, para darnos cuenta de nuestros errores, solo viendo podremos acceder a este Reino que nos promete Jesús.

Es pues un momento favorable para aceptar el plan de salvación que Jesús nos da y que hay grandes beneficios, poder caminar a la Luz y enseñanzas de Jesucristo, y así como Jesús tuvo que ser exaltado en una Cruz, nosotros también debemos ser exaltados en nuestra propia Cruz, haciéndolo todos los días en nuestra vida diaria. También si nosotros tomamos nuestra cruz podremos traer exaltación y nueva vida a las demás personas.

Como cristianos no debemos esconder nuestra fe, tenemos como obligación principal, anunciar a Jesucristo Muerto y Resucitado, primero en nuestra vida diaria, y después salir a anunciar a con  palabra y obras a Aquel que nos ama hemos aprendido a amar.

¡¡¡¡¡Así sea!!!!!

 

Por Omar Moreno López

Tercer año de la etapa configuradora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *