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¿Quién dices que soy yo? | XII Dom. Ord.

En el evangelio de este Domingo Jesús pregunta sobre su persona a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». Una pregunta nada personal a la que ellos responden con lo que ven. Hoy también podríamos preguntarnos, ¿quién dice la gente que es Jesús? ¿Quién es Jesús para el mundo, qué representa? Para muchos hoy solo es un personaje importante de la historia, un gran sabio, un profeta, un hombre muy inteligente, o quizá un invento, un mito, una persona común y corriente de la que se valieron algunos para ganarse poder. Pero, ante nosotros, eso no deja de ser algo exterior.

Jesús le vuelve a preguntar a sus discípulos: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» La pregunta ahora es personal, y solo puede responderse no con lo que se ve, sino con lo que se siente y lo que se ha vivido. Una pregunta que se exige respuesta al interior. Pedro responde: «El Mesías de Dios». Inspirado por Dios, el apóstol reconoce no a cualquier hombre, ni siquiera a un profeta, sino al Señor.

Hoy, Jesús te vuelve a preguntar: ¿Quién dices tú que soy yo? ¿Quién soy yo para ti? La respuesta no puede ser ligera, mucho menos vana o copiada de otro; la respuesta debe ser verdadera y brotar del corazón. ¿Es Jesús un hombre más o es alguien diferente? ¿Crees que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios? ¿Quién es Jesús para ti y que importancia tiene en tu vida?

Una respuesta de tal grado compromete. Si en verdad creemos en Cristo, entonces también creeremos lo que nos ha enseñado y prometido; entonces viviremos como nos ha pedido y seguiremos su camino. Responder como Pedro implica la vida entera, sostener la respuesta hasta el final y actuar conforme a lo que hemos respondido.

Reconocer que Jesús es el Mesías de Dios es reconocer que en él tenemos puesta nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, que en él está nuestra salvación y el sentido de toda nuestra vida, hacia donde se han de orientar todas nuestras elecciones.

Por Jesús Alberto Gallegos Cabral

Tercero de teología.

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