Con gran alegría nos congregamos una vez más en la casa de nuestra Madre para celebrar el misterio de la fe. Es María quien nos mueve al encuentro con su Hijo Jesucristo, durante 130 años de peregrinar al Tepeyac, hacia el recinto de la paz, del amor, del fervor, de la devoción que mueve los corazones de miles y miles de personas que buscan en Santa María de Guadalupe el amparo y consuelo de los problemas y crisis, que en este valle de lágrimas viven nuestras familias en la actualidad.
Es el amor a nuestra Morenita, el que nos mueve a renovar año con año nuestro fervor y devoción hacia Ella porque sabemos que estamos seguros bajo su amparo y protección. Es María quien nos muestra el Pan de Vida que es su propio Hijo, es por eso que peregrinamos, danzamos, cantamos, etc., manifestando con ello nuestro agradecimiento a la Hija predilecta del verdadero Dios por quien se vive.
Somos Iglesia que peregrina en Zacatecas, una grey llena de fervor y de grandes costumbres que con sus cantos y danzas dan muestras de cariño a la Guadalupana. Es por eso que las expresiones de religiosidad popular mueven al fiel cristiano a encontrarse con María, que ella a su vez nos muestra a su Hijo glorioso. María ha querido quedarse con nosotros para mostrar su amparo y protección, es por eso que también pusimos ante sus pies nuestro dolor que como Diócesis sufrimos hace 44 días en nuestra comunidad cristiana de Mazapil.
Virgen del Tepeyac, son 130 años de caminar juntos, es tu Iglesia de Zacatecas quien con gran fervor te venera, pues eres tierna con tus hijos mostrando tu amparo y protección, es por eso que llevamos tu santo nombre en nuestro corazón, pues somos guadalupanos con gran devoción.