Categories: Sin categoría

145 aniversario de nuestro Seminario

Discurso del señor rector D. Marco Antonio Castañeda Haro

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su  misericordia.

 

Dad gracias al Dios de los dioses,
Porque creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.

 

Dad gracias al Señor de los señores,
Porque por amor, en el amor y para el amor creó al ser humano.

 

Dad gracias al único que hace grandes maravillas,
porque suscitó profetas y reyes que nos dieron el mensaje de salvación. 

 

Dad gracias al que forjó la tierra sobre las aguas,

porque nos envió a su Hijo unigénito para nuestra salvación.

 

Dad gracias al que forjó la tierra sobre las aguas,
porque nos dio a la Virgen María como Madre del Salvador.

 

Dad gracias al que hizo las grandes lumbreras,
porque nos dio su Palabra para nuestra conversión.

 

Dad gracias al Dios de nuestros padres,
porque por la Resurrección de su Hijo nos abrió las puertas de la eternidad.

 

Dad gracias al Dios de las promesas
porque nos envió desde su seno al Espíritu Consolador.

 

Dad gracias al Dios de la Alianza,
porque eligió apóstoles para la construcción de su Reino.

 

Dad gracias al Señor, Rey de reyes,
Porque a través de los siglos ha dado santos para su Iglesia. 

 

Dad gracias al que da alimento a todo viviente,
Porque ha guiado y santificado a su pueblo.

 

Dad gracias al Dios de la misericordia,
porque nos concede celebrar 150 años de la fundación de nuestra diócesis.

 

Dad gracias al Señor omnipotente,
por todos los sacerdotes que ha suscitado para nuestra Iglesia de Zacatecas.

 

Dad gracias al que es tres veces Santo,
por darnos testigos del Evangelio como San Mateo Correa y el Siervo de Dios don José Anastasio Díaz López.

 

Dad gracias a nuestro Padre Celestial,
porque nunca ha dejado que falten las vocaciones para su Pueblo Santo.

 

Dad gracias al Espíritu Santo, dador de la vida,
porque nos fortalece, ilumina y acompaña en este camino hacia la eternidad.

 

Dad gracias a nuestra Inmaculada Concepción y a todos los santos,
porque interceden por nosotros y nos acompañan en nuestra vocación.

 

Dad gracias al Dios del cielo,
porque es eterna su misericordia.

 

Muy apreciables hermanos sacerdotes, queridos seminaristas, muy estimados colaboradores de nuestro Seminario.

Es para mí, una gran alegría y honor poder dirigirme a todos ustedes en esta tarde en que celebramos el 145 aniversario de nuestro querido Seminario.

Nuestra amada institución tiene la gran misión de «Formar sacerdotes según el corazón misericordioso de Jesús, nuestro Buen Pastor». Y en este día tan especial para todos nosotros, es muy importante que recordemos que Jesús eligió hombres, varones para que estuvieran con él y enviarlos a predicar su Palabra de Salvación. Que gran privilegio, hermoso misterio, magnífico don, ministerio de suma responsabilidad el poder representara a Cristo en la tierra, el poder ofrecer en nombre de Dios la salvación a los hombres, el poder engendrar hijos no en la carne, pero sí para le eternidad.

Cuán grande es el amor de Dios para este pueblo de Zacatecas, para este su Seminario, Él nunca ha dejado de suscitar vocaciones sacerdotales. 

Cuántos seminaristas, cuántos sacerdotes han pasado por esta diócesis, por todos esos lugares donde ha estado nuestro Seminario. Tantos y tantos personajes ilustres, incansables, humildes, sencillos, valientes, serviciales, bondadosos que dieron su vida para la construcción del Reino de Dios. A todos aquellos, que viven en la eternidad y a todos los que aún pisan esta tierra, nuestro reconocimiento, agradecimiento, respeto y honor. 

Y hoy, 18 de octubre de 2014, en el Año Jubilar, nosotros estamos aquí, agradeciendo a Dios y a todos aquellos que han dado vida a nuestro Seminario. Hoy tenemos la hermosa tarea, pero también la grave responsabilidad de formarnos según el Corazón misericordioso de Jesús, pues el mundo de hoy y nuestra diócesis tienen hambre y sed del amor de Dios. que nosotros, con el auxilio de la Inmaculada Concepción podamos ofrecer esa Palabra de amor, de consuelo, de alegría y de esperanza para todos aquellos que más la necesitan. 

Dios bendiga a cada uno de ustedes y a su familia. Gracias por estar aquí.

 

¡Avancemos con paso valiente, batallones de Cristo, Jesús!