Así mueren los mártires, así mueren por la fe –expresaban algunas madres a sus hijos-; por Cristo Rey, el tesoro más grande de su vida -decía su padre-.
El padre Pro fue ordenado sacerdote (jesuita) el 30 de agosto de 1925 en Bélgica, destinado luego en julio de 1926 para ejercer su ministerio sacerdotal a México, su tierra natal, en tiempo de la persecución anticatólica.
En su muy corto tiempo de ejercicio ministerial, se distinguió por su gran celo apostólico, pues, la difícil situación no fue impedimento para que dejara de preocuparse por sus hermanos, siempre estuvo dispuesto a dar consuelo a los perseguidos a causa de su fe.
Fue el cura de barrio que siempre quiso ser. Y su tarea era precisamente bautizar, absolver moribundos, llevar la comunión a los enfermos, confesar adultos, predicar el evangelio a los obreros, celebrar los sacramentos con las familias a escondidas y, además, huir del gobierno y atender a las comunidades religiosas clandestinas. Era un distinguido guía de las almas, un verdadero apóstol y padre de los pobres. Es un mártir que desborda humanidad por todos los costados.
Deseaba ardientemente el don del martirio, pues lo consideraba el regalo más grande que Dios puede conceder: morir por causa de la fe en Jesucristo. Y así lo pidió directamente a Dios un día mientras celebraba la Eucaristía, pidió a Dios aceptara su vida.
Fue en noviembre de 1927, cuando lo acusaron de haber participado en el atentado fallido contra el presidente electo Álvaro Obregón. El 18 de noviembre fue apresado junto con sus hermanos Humberto y Roberto. Aunque acusados como culpables del atentado, su inocencia fue probada rápidamente, pues el culpable del atentado fue quien dijo que eran inocentes.
Y así a los 36 años de edad, el 23 de noviembre de 1927 a las 10: 38 de la mañana fue fusilado, sin juicio previo y demostrada su inocencia, por ser sacerdote católico jesuita. Antes de recibir la descarga pidió que lo dejaran rezar, se hincó y estuvo unos momentos en profundo recogimiento, luego se levantó, abrió los brazos en cruz, pronunció ¡viva Cristo Rey! Y recibió la descarga en el pecho.
Nació en Guadalupe Zacatecas el 13 de enero de 1891. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II en 1988.
¡De esta clase de santos quiero ser yo! Un santo que come, duerme, hace travesuras y muchos milagros –decía cuando era niño-.