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DOMINGO XVIII ORDINARIO

«Den muerte a todo lo terreno que hay en ustedes»

Cuando san Pablo quiere explicar a sus comunidades en qué consiste la vida cristiana dice que se trata de un nuevo nacimiento, los cristianos somos hombres nuevos, esta nueva vida en Cristo conlleva, en consecuencia, un nuevo estilo de ser y estar, una actitud nueva ante las cosas, una forma distinta de entender e interpretar la realidad, todo a nuestro alrededor adquiere un nuevo sentido: las relaciones matrimoniales y familiares, las relaciones laborales, la actitud ante los bienes materiales, etc. Cristo con su luz ilumina la realidad y le da un nuevo sentido.

La Palabra de Dios en este domingo nos plantea precisamente este nuevo estilo de vida, se trata de una invitación a dejar todo aquello que nos aparta de esta nueva vida, que ha iniciado en nosotros desde el día de nuestro bautismo; la vocación cristiana se presenta de este modo como una necesidad urgente de optar, ser cristiano implica optar por Dios, aceptar este nuevo estilo de vida, hacerlo propio, asumirlo como realmente nuestro, pues la vida cristiana no es un añadido a nuestra naturaleza, no es una superestructura, sino que lo que el bautismo ha obrado en nosotros es realmente un nuevo nacimiento, una transformación ontológica, es decir, que nuestro ser se ha hecho nuevo en Cristo, de tal modo que cuando hablamos de optar por Dios no se trata de que Él venga a ser para nosotros un obstáculo para nuestra realización y felicidad personal, sino todo lo contrario. No es pues correcto el planteamiento o Dios o el hombre, como proponen algunos sectores de la sociedad moderna, pues Dios es quien da sentido a la vida del hombre, sólo en Dios el hombre encuentra su realización y felicidad personal.

Nuestra sociedad actual privilegia el tener por encima del ser, cada vez más se extiende una mentalidad netamente materialista, la vida del hombre se centra en el tener y el placer, la culta de lo desechable, como lo ha recordado en varias ocasiones el Papa Francisco, está presente en muchos sectores de la sociedad, con el riesgo de trasladar este pensamiento a la persona y juzgar nuestra relación con los demás según estos parámetros.

Jesús en el Evangelio nos pone en alerta sobre esto, ante la petición para que interfiriera como árbitro en un problema de herencias, aprovecha para recordarnos que no debemos ser necios y centrar nuestra vida en el tener y acumular riquezas, sino que debemos vivir acumulando lo que realmente importa ante Dios, sabiendo que si Él hace salir su sol sobre justos e injustos sabrá darnos a su tiempo lo que necesitamos.