“QUIEN QUIERA SER EL PRIMERO QUE SEA EL ULTIMO DE TODOS”
Mientras estaban de viaje, Jesús observó, a una cierta distancia, que sus discípulos estaban discutiendo. Entrados en casa, les preguntó de qué habían discutido por el camino, pero ellos confusos, callaban. Por el camino habían discutido todo el tiempo sobre quién de ellos fuese el más importante.
Dice “quien quiera ser el primero” ¿y quién no quisiera ser el primero? La tendencia a ser el primero y a sobresalir forma parte de la naturaleza humana. Hoy esta tendencia a sobresalir se ha acentuado y llega a ser como un delirio haciendo las cosas extrañas y absurdas para hacerse notar, posiblemente hasta en el mal y en el delito. También, cuando no se llega a estas formas extremas, aparecen sin embargo, el arribismo y la competitividad exasperada, que caracterizan a toda nuestra sociedad. ¡Cuántas cosas se hacen para no ser menos que el vecino, o el colega!
¿Qué pensar de esta tendencia a la luz de lo que Jesús dice en el Evangelio de hoy: <<Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos>>? ¿Será acaso que Jesús condena el deseo de sobresalir, de hacer grandes cosas en la vida, de dar lo mejor de sí?
Con estas palabras Jesús no prohíbe el deseo de querer ser el primero sino que anima a ello. Solo que revela un camino nuevo y distinto para realizarlo: no a expensas de los demás, sino a favor de los demás. Añade, en efecto, para ello: <<…que sea el último de todos y el servidor de todos>>. El camino para subir hacia arriba ha llegado a ser ahora ir hacia abajo. El último de la serie puede ser muy bien el primero; depende de donde se parta.
Tengamos en cuenta que en el servicio todos se benefician de la grandeza de uno. Quien es grande en el servicio, es grande él y hace grandes a los demás; más que sobresalir sobre los demás, eleva los otros consigo. Un ejemplo ha sido el de la Madre Teresa de Calcuta. En su funeral estaban presentes jefes de estado y grandes de la tierra. Pero su grandeza ha sido provechosa para tantos millares de personas. Es una auténtica grandeza. Ennoblecer, sobresalir de este modo: ¡Que bendición para todo el mundo!
Ahora bien el evangelio nos habla de esta lucha especial, en la que vence quien se hace el <<último y siervo de todos>> busquemos entender bien en qué consiste el servicio, para podernos, al menos, encaminar por este camino o, al menos reconocer a quien lo practica.
Las palabras siervo y servicio puede tener dos sentidos, uno negativo y otro positivo. Tomado en sentido pasivo <<siervo>> revela a uno, que no es libre, que está como dependiente y subordinado a los demás: todos ellos son significados negativos. Tomado por el contrario en sentido activo <<siervo>> indica a uno que es servicial que se pone a disposición que se consume y se sacrifica voluntariamente por los demás; denota, por lo tanto, de hecho, un amor, una disponibilidad, altruismo y generosidad. Esto es exactamente lo que el Evangelio entiende por servicio.
Jesús nos enseña a buscar siempre el servicio de los hermanos, y a considerar ese servicio como el mayor honor, aún cuando ese servicio carezca de brillo y si los tiene, no desear ni retener ese servicio sino solamente por amor servicial… En la Iglesia no hay cargos, sino cargas.
El Señor nos llama en su seguimiento, para transformar el mundo desde los puestos de servicio. En la debilidad, en el servicio escondido, allí está la fuerza del cristiano.
Pidamos al Señor que así como María, también nosotros seamos esclavos del Señor para que siga encarnándose en nuestras vidas y manifestándose al mundo.