Mi nombre es Juan Contreras Espinoza, pertenezco al grupo de primero de filosofía, en esta ocasión compartiré mi experiencia de pastoral, experiencia que fortalece la vocación de todo seminarista y la lleva a un conocimiento y a un acercamiento de la realidad en la que vive una pequeña porción del pueblo de Dios.
Este año el lugar que se me asignó para llevar el mensaje del Reino de Dios, es una colonia que pertenece a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Guadalupe, Zac. La colonia se llama Villas de Guadalupe, es una colonia bastante extensa, por lo cual somos seis seminaristas los encargados de contribuir en algunas actividades que están insertas dentro del plan pastoral parroquial. Primeramente hay que decir que este sector cuenta con algunos grupos ya establecidos como lo son catecismo, encargados de vida cristiana y un coro. El grupo de los encargados de vida cristiana es el que se me designó para trabajar con ellos, son muy responsables y las actividades que ejercen son fundamentales para que la vida de la Iglesia vaya encaminada hacia Dios. Todos los sábados tenemos pláticas de formación espiritual y formación pastoral, compartimos experiencias que enriquecen a todos por igual.
Existen dentro de este sector otros ocho pequeños sectores, que se formaron con el fin de ayudar mejor a los feligreses que viven en esa comunidad. A estos sectores los visitamos los domingos, animando a los encargados y a todas las personas a participar plenamente en las actividades religiosas que hay en la capilla, como el rezo del santo Rosario, la santa Misa, y a los niños invitándolos al catecismo.
Al formar parte de esta comunidad, me llena de alegría y de ganas de seguir adelante en este camino al que Dios me ha llamado, confiando siempre en Él como sus discípulos lo hicieron aquella noche cuando no habían pescado nada y Jesús les mandó echar las redes, y ellos al echarlas en su nombre, pescaron tanto que casi se hundían y tuvieron que llamar a otros pescadores para que les ayudaran (cfr. Lc. 5, 1-7). Así los demás seminaristas y yo nos ponemos en las manos de Dios y en su nombre hacemos lo que se nos pide.
La experiencia pastoral, es una experiencia que enriquece la vocación, que nos invita a reflexionar y a configurarnos con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote para gloria suya y salvación de su pueblo Santo.