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Fiesta de la Inmaculada Concepción

El 8 de diciembre la Iglesia celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Recordemos que nuestro Seminario está bajo su patrocinio, por lo que la celebramos en grande con un novenario. Durante este tiempo nos reunimos todos para celebrar la Eucaristía por las tardes; cada jornada una etapa tomó el día y dirigió todos los actos organizados en honor a la Virgen.

Cabe destacar que, el sábado 7 se desarrollaron unas emocionantes olimpiadas en honor de la Virgen en las que toda la comunidad dio lo mejor de sí fomentando el espíritu de la sana competencia y el trabajo en equipo, aunque como en todo enfrentamiento deportivo hubo ganadores. Por la noche, ofrecimos una serenata a María, momento en el cual el coro de cada una de las etapas presentó bellos cantos a nuestra Madre.

Al día siguiente, a pesar del frío de la mañana, nos congregamos en la ermita del Seminario Menor en donde cantamos las mañanitas, seguidas de la celebración de Laúdes ya en la capilla. Al medio día fuimos a la Catedral donde celebramos la Eucaristía presidida por el señor Obispo Don Sigifredo, en ella recibieron 7 seminaristas la admisión entre los candidatos a las órdenes sagradas, es decir, se realizó un rito breve mediante el cual la Iglesia zacatecana los reconoce como candidatos a ser ordenados diáconos y presbíteros para nuestra Iglesia local. Por la noche, como se está haciendo tradición, tuvimos nuestra romería mariana por algunas calles del centro de Guadalupe, con diferentes carros alegóricos y, al final, cual broche de oro el carro con la imagen de nuestra Madre, la Inmaculada Concepción.

El día 9, solemnidad litúrgica de la Inmaculada, celebramos la Misa en catedral. En esta Eucaristía fueron ordenados 10 hermanos nuestros diáconos, con quienes nos congratulamos enormemente, puesto que, este acontecimiento es signo y prueba de que el Señor cumple sus promesas a quienes Él ha mirado con amor.

La fiesta en nuestro Seminario fue esperada con gran alegría. Los días han pasado y ahora forman parte de nuestro pasado, sin embargo, el amor a María perdura en nuestra formación; esta devoción hace al corazón cantar al reconocer la gran acción de Dios en nuestra celestial patrona:

 ¡Ay!, bendito el Señor, que en la tierra
pura y limpia te pudo formar,
como forma el diamante la sierra,
como cuaja las perlas el mar.