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HISTORIA VOCACIONAL: Macrino Escobedo

NO HA SIDO FÁCIL DEJAR A MIS SERES QUERIDOS

¡Qué onda! Soy Macrino Escobedo Frías y al tratar de palpar el origen de mi vocación muchos recuerdos y pensamientos invaden mi mente. Primeramente puedo decir, que me siento realizado al responder día a día a este llamado que Dios me hace a ser feliz, al estar al servicio de los demás por medio del sacerdocio. 

Soy originario de san Dimas, Durango y pertenezco a la prelatura del Salto Durango; comencé mi formación en el Seminario de Durango, donde realicé mis estudios hasta concluir la etapa de Filosofía, al término de la cual, por decisión de mi Obispo Juan María Huerta Muro, nos mandaron a realizar los estudios teológicos a éste bonito Seminario de Zacatecas.  

El llegar a estas tierras fue una experiencia muy buena y especial, he aprendido a disfrutar al máximo cada momento que Dios me concede; trato de aprovechar mi formación, pues sé que la realidad de mis comunidades es muy desafiante y requiere de hombres preparados, más aún, enamorados y apasionados por lo que hacen. 

No ha sido fácil dejar a mis seres queridos, algunas veces me llega la nostalgia, pero luego miro a mi alrededor y veo a mis compañeros, me doy cuenta que ellos al igual que yo pasan por esos no muy gratos momentos y al final de cuentas el Señor es quien nos sostiene. 

He confiado plenamente en Dios que me ha llamado, Visito a mi familia, solo en vacaciones, pues para ir a casa, tengo que viajar de Zacatecas a Durango, y de ahí, tomar un autobús a mi comunidad,  son alrededor de 10 horas o un poco más, lo que tengo que viajar, es por eso que cuando puedo estar con ellos aprovecho mucho el compartir en familia, soy el penúltimo de 12 hermanos, ver a mi familia reunida es una de las cosas que más me hace feliz. 

Cuando me preguntan el por qué decidí entrar al Seminario, simplemente respondo que estoy aquí, y esa es la prueba de mi respuesta al llamado que Dios me hizo, y más el sentirme feliz, pues yo sé que dejé a mis seres queridos, pero nunca me he sentido solo en este caminar, pues me siento acompañado por cada uno de mis amigos, pues nos hermana una misma meta, un mismo ideal: Cristo. 

Si en tu corazón sientes la semilla  de la vocación sacerdotal, ¡Joven, no tengas miedo de seguir al Señor y entrar al Seminario!, el que llama paga, déjate guiar en este camino vocacional y ten la seguridad de que la felicidad será tu característica principal.