“El que no conoce a Dios a cualquier barbón se le hinca”
Convertirse, volver a Dios exige saber quién es Dios. El Evangelio del día de hoy tercer Domingo de Cuaresma, tiene como tema el templo. Jesús purifica el viejo templo, arrojando fuera con un látigo de cuerdas a mercaderes y mercancías; en consecuencia se presenta a sí mismo como el nuevo templo de Dios, que destruirán los hombres, pero que Dios hará resurgir en tres días. El gesto de Jesús de levantar su mano contra los comerciantes y cambistas del templo, quizá nos ha impresionado desde que éramos niños. No es la imagen más frecuente del Señor, modelo de mansedumbre y paciencia. Pero tenemos que decir que dicha conducta está muy lejos de ser un acto de ira o de venganza, es más bien un acto de celo. Lo hace no para defenderse así mismo, sino a su Padre y, en última instancia, a los hijos de su Padre.
La actitud de Jesús y la inédita definición del Templo ponen en alarma a las autoridades que, ante todo, veían desenmascarados sus negocios. Cuando el Evangelio nos hace la aclaración de que “Jesús se refería al templo de su cuerpo” es para ver con profundidad a la persona de Jesús en esta nueva visión de la fe y de la vida. Pero en ningún momento debemos evadir o suavizar la fuerte crítica de Jesús a la manipulación de las cosas de Dios persiguiendo otro interés, especialmente la crítica a los modos como esa realidad se manifiesta en el templo y todos los lugares y tiempos sagrados. Siento que muchas veces, en la Iglesia y en nuestras actitudes religiosas, hemos usado el “pero Jesús se refería a su cuerpo” como un escape. Pensemos un poco en la dignidad de las personas y de las cosas de Dios, así agarramos el asunto completo y ojalá que para provecho de nuestra cuaresma.
La idolatría tuvo y tiene muchas formas y disfraces y anda metida en todos lados. Las cosas de Dios son sus preferidas. Los profetas siempre la descubrían agazapada en los rincones del templo y en actitudes de las personas que hacían como que buscaban a Dios pero en realidad le estaban huyendo o buscando otras cosas. Esa crítica profética a la idolatría nunca fue ni será bien vista o recibida. “El que no conoce a Dios a cualquier barbón se le hinca” dice un dicho popular, y en nuestro tiempo hay muchos “barbones” disfrazados de Dios, es decir muchas nuevas formas de idolatría. Hay que descubrirlas, analizarlas y denunciarlas directamente, inteligentemente y, sobretodo proféticamente. En otras palabras, al estilo de Jesús que con su comportamiento y su vida hizo su crítica más fuerte anunciando lo sagrado de Dios que es amor y misericordia en relaciones dignas y dignificantes.
Recordemos que los templos de Cristo son las almas santas cristianas dispersas por todo el mundo. Alegrémonos porque se nos ha concedido la gracia de ser templos de Dios; pero a la vez, vivamos con el santo temor de Violar este templo Dios con obras malas. Por consiguiente, hermanos, puesto que Dios ha querido hacer su templo en nosotros, y se ha dignado venir y habitar en nosotros, en cuanto esté de nuestra parte, tratemos de alejar, con su ayuda, todo lo superfluo y acoger lo que nos puede favorecer. Si actuamos de este modo, con la ayuda de Dios, entonces, hermanos, podremos invitar al Señor al templo de nuestro corazón y de nuestro cuerpo.