Un joven que quiere ser Sacerdote, es porque se siente motivado a ser y actuar como Jesús, esta es una tarea en la que el joven se tiene que esforzar día a día para forjar su personalidad como la de Cristo el Buen Pastor. De aquí parte la vida espiritual del candidato a la vida sacerdotal.
El joven, no solamente tiene que preocuparse por su cuerpo, sino también por alimentar y fortalecer su alma y su espíritu. Una manera de hacerlo vivir muy bien su vida Cristiana: en el Bautismo comienza su proceso formativo de su vida espiritual, esta se alimenta con la Eucaristía y es fortalecida con la Confirmación. Este caminar se da dentro de la Iglesia, en donde el joven va robusteciendo su espíritu.
Un joven que quiere vivir una vida espiritual cristiana, cómo todo un discípulo comprometido esperando ser ese Buen Pastor como Jesús, es porque abre su corazón al Espíritu Santo y lo deja actuar, deja que los dones se derramen en su vida y se conviertan en frutos de amor, en sí es porque vive según el Espíritu, significa esto que sus ojos y su pensamiento están fijos en los bienes de arriba y no en las cosas pasajeras que hacen que su vida espiritual se debilite y muera. Para que la vida espiritual de valla fortaleciendo es necesario que la cultive en los siguientes aspectos:
1.- Vida Cristiana: que el joven descubra todos los días a Dios trinitario (Padre, Hijo y Espíritu Santo) como el centro de su vida. Que responda al amor que Dios le tiene, siendo fiel cumpliendo los Mandamientos y haciendo crecer en él las virtudes: Fe, Esperanza y Caridad. Que en la oración escuche la llamada de Jesús y su única opción sea seguirlo; que siempre esté abierto a la acción santificadora del Espíritu Santo y con valentía de testimonio de su Fe.
2.- Vida Eclesial: Nadie es cristiano por sí mismo, sino insertado en la Iglesia, por lo que el joven debe querer y amar a esta gran familia de Dios (la Iglesia) ponerse la camiseta, sentirse miembro de ella, piedra viva, e interesante por ella, para trabajar y orar por su salvación y santificación.
3.- Vida Misionera: el joven debe tener sentido misionero, no ver su propia realización, sino la felicidad para los demás, ser un evangelio viviente es decir tomar la cruz y seguir a Jesús, dejándose acompañar por María Santísima que es ejemplo de servicio y entrega.
Estas actitudes hacen que la Vida Espiritual del joven se vaya fortaleciendo, pero en este proceso no está solo, Jesús es quien lo llama y lo acompaña, por medio de una persona adecuada como un Sacerdote (guía espiritual), que lo va educando en la oración, en la vida de los sacramentos, en la escucha de la Palabra, en la contemplación a Jesús Eucaristía, en el servicio a la comunidad; hay que tener en cuenta que todo esto lo mostrará con acciones como el ser una buena oveja, que lo llevará a ser el día de mañana el Buen Pastor como Jesús, ya lo decía San Agustín de las buenas ovejas salen los Buenos Pastores.