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LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y SUS IMPLICACIONES EN LA PLANEACIÓN PASTORAL URBANA

Una relectura del texto de los discípulos de Emaús para compartir las implicaciones del desafío de implementar una nueva evangelización en la pastoral urbana. 

 

Camino

  • Uno de los aportes del Vaticano II es hacernos caer en cuenta que la Revelación no son ideas que Dios nos ha transmitido y que sólo comunicamos, sino que es la permanente manifestación que Dios hace de sí para comunicar al hombre la vida divina de modo que vayamos construyendo nuestra historia de salvación.
  • La planeación de pastoral ha de responder a las necesidades de los fieles de la diócesis de modo que se permita reconocer la condición histórica de la acción de Dios. 
  • La figura de camino y del Pueblo que camina es una expresión de la condición sinodal, caminar junto, de la Iglesia. la fuerza de esta condición histórica ha aumentado por la celebración histórica de la acción evangelizadora y presencia en el lugar. 
  • Esto nos permite conocer mejor las necesidades, la complejidad, las dificultades y la acción de Dios.
  • El recorrido nos permite reconocer nuestro ser histórico, nuestra responsabilidad como responsables del pasado y constructores del futuro en camino hacia la plenitud de la Vida.
 

Diálogo entristecido

Así como los discípulos de Emaús platicaron con aire entristecido por lo acontecido en Israel, el entrar en contacto con la ciudad, las personas manifiestan sus preocupaciones, esperanzas, inconformidades y anhelos de cambio. 
Muchos son las inconformidades manifestadas de cómo se desarrolla la fe. 

 

  • Desbordamiento y desface: en las necesidades de evangelización frente a las actividades pastorales y misioneras que se realizan. Los problemas sociales nos desbordan, no alcanzamos a dar respuesta, lo cual genera una sensación de frustración y un retraerse hacia escenarios más seguros y tranquilos: sacramentalismo, asistencialismo, espacio de la religiosidad popular… Nos acercamos a ellas como un refugio ante los desafíos de cambio de la sociedad.
  • Anhelo de cambio: de muchas maneras la gente nos expresa sus deseos de cambio. Todos sentimos esta necesidad y que se lleve a cabo en el espacio local sino latinoamericano, y que se refleja en el Papa Francisco, símbolo de un cambio. 
  • Alejamiento y heridas: son muchos los que se han distanciado de la Iglesia con heridas generadas en la vida eclesial, por un maltrato, por situaciones de exclusión, de mal manejo de situaciones. No se sienten aceptados ni identificados. No hay respaldo por parte de los párrocos, sino exclusión. 
  • Círculos viciosos de la vida eclesial: prácticas no conformes con el Evangelio a los que nos hemos acostumbrados para resolver las ambigüedades. La tolerancia se convierte en complacencia, con el simple argumento de no cambiar para no incomodar. La privatización de los sacramentos, el mercadeo de la religiosidad popular, el ejercicio de autoridad como autoritarismo, clericalismo, la falta de transparencia en los bienes eclesiástico, la falta de inculturación… son expresiones de este círculo.
  • Marcas de lo urbano: diversidad de mentalidades, fragmentación en la comunicación, complejidad de ideas, se vuelve necesario diversificar las formas de participación pues la participación de los fieles era fragmentada. 
  • Mirada postmoderna y la práctica tradicional: No hacemos preguntas de análisis. Las prácticas pastorales se fundan en el pensamiento de que el mundo no ha cambiado, como si todos en la sociedad fuéramos católicos, como si la religión fuera el centro y referente de la vida, y todo fuera igual. Nos encontramos con esta complejidad. 
  • Consulta y escucha. Nuestro presente y nuestro futuro. Dos aspectos integradores: crisis en el tema de la identidad comunitaria cristiana, ya que lo que más apareció fue la coherencia como ausente; y el aspecto comunitario porque el individualismo está presente. El segundo la incidencia en el contexto, todo un anhelo de cómo hacernos más presente en la vida de la sociedad. 

 

 ¿En qué momento comenzamos a vivir así? ¿Cómo podemos transformar?


 

Jesús sale al encuentro de quienes van con ese diálogo entristecido

Las palabras de Jesús «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» Mc 1, 15, las pronuncia en un contexto sumamente difícil: 100 años de dominación del pueblo romano, hubo sequía y poca alimentación. En todas estas circunstancias aparece Jesús que dice «cambien de mentalidad y crean en esta Buena Noticia». Hoy estamos en una situación semejante, vivimos un tiempo de cambios que nos interpela con fuerza y que nos hace sentir impotentes. 

 El documento de Aparecida nos expresa bellamente que «la fe nos enseña que Dios vive en la ciudad en medio de sus alegrías, anhelos y esperanzas como en sus dolores y sufrimiento», por tanto, la pastoral urbana comienza por descubrir a Dios que vive en la ciudad. 

 Somos llamados a ser signos e instrumentos eficaces en medio del mundo para descubrir la condición histórica y dialogal del Evangelio, de modo que, en  medio de las sombras, el plan salvífico comienza por descubrir la novedad constante: el Reino de Dios ya está en nosotros, esta es la buena noticia que fundamenta la esperanza. 

 

 

«Ustedes son la sal de la tierra… ustedes son la luz del mundo» Mt 5, 14-16

 En estas imágenes propuestas por Jesús, se ve la expresión de la problemática que nos rodea y la imagen a la que queremos llegar: plenitud para servir, para dar un sabor discretamente, o por el brillo significativo que ayuda para que otros vean el camino. Hablamos de una identidad comunitaria que se vuelve en faro de luz.

 Expresión de un modo indicativo: «ustedes son» lo cual recuerda las Bienaventuranzas, cada una de ellas hace referencia lo que pasa cuando el Reino de Dios está aquí y la felicidad plena que provoca al abrazarlo. De ahí que sus palabras resuenan más que trabajar por llegar a ser algo, reconocer algo que está presente y que no lo hemos reconocido.

 Un don precioso que hemos recibido pero no hemos sabido cultivar, está dentro de nosotros, este tesoro es el Reino que ya se  ha acercado. Es Dios dándose a sí mismo por misericordia, hacer visible este tesoro que está en la ciudad es el corazón de nuestra misión.

 La Nueva Evangelización exige reconocer la actualidad que tienen las palabras de Jesús en el inicio de su ministerio.

 

 Mesa compartida

Ellos le forzaron diciéndole quédate con nosotros… tomó el pan pronunció la bendición se los dio… le reconocieron

  •  Soñamos con la vida diocesana como esa mesa compartida en Emaús como una gran red de evangelización, que se integra desde sus diversidades. 
  • Caminar juntos, encontrarnos, tomar opciones, intentar, reunirnos para celebrar el camino recorrido.
  • Cada persona debe de compartir, ponerse de acuerdo, organizar, nos obliga a escuchar a participar. Se convierte en una espiritualidad comunitaria.
  • La multitud de creyentes tenían un solo corazón y una sola alma. 
  • «Hacemos mucho pero no es significativo y cada uno por su lado, no integrados, desperdiciando recursos, sin una visión de futuro. Qué distinto es trabajar como una familia evangelizadora». 

 

 Apertura de los ojos y el corazón que arde

Implicaciones de poner en práctica la Nueva Evangelización desde una pastoral de conjunto a nivel diocesano.

¿Qué nos ha hecho abrir los ojos y arder el corazón?

  • Paso de indiferencia a la aceptación y toma de postura frente a la complejidad. La palabra de sensación es el desbordamiento que aplasta ante el desafío, pero ante esto aún no hemos tomado posición, sólo nos lamentamos. Hemos visto la necesidad de aproximarnos a ella con un sistema de relación. 
 
  • La teología ha de aprender a asumir la complejidad, respetarla en su carácter irreductible humildemente y con espíritu de compartir, soportarla en la perseverancia de la caridad. La vida de la ciudad es compleja y la evangelización ha de asumir esta complejidad, es importante distinguir que complejo no es lo mismo que complicado, así como los factores que requieren en el proceso evangelizador: tiempo, dedicación y visión de futuro. Sin duda que los problemas que encontraremos son muchos, pero éstos no nos definen los problemas sino el amor que hemos recibido del padre por nuestro Señor Jesucristo a partir del cual queremos dar solución a los problemas de hoy. No queremos ser más espectadores de cambios sino participar en él con la fuerza del Evangelio, visibilizar la fuerza de Dios que ya está presente desde lo que somos y podemos hacer. 
 
  • Desde la situación de debilidad en la fe, la esperanza y el amor, dirigirnos hacia la persona de Jesús y su Reino: nos cuesta reconocer a Dios presente más allá de los lugares tradicionales donde estamos, nos faltan las personas que no creen o que esperan de modo ingenuo, nos falta leer la historia en clave de la historia de la salvación, queremos el inmediatismo, se ve un escepticismo, percibimos el evangelizar solo como un cronograma de actividades. En el tema del amor, nos hemos creído lo que el mundo piensa ante la Palabra de Dios, olvidamos la capacidad de generar comunión: parejas en unión libre, creen no ser capaces en un amor verdadero, no es cierto ni posible. 
 

 Estas situaciones de debilidad son vistas como una nueva luz a partir de la presencia de Dios en esta realidad. Las dificultades que marcan lo cotidiano de las ciudades no nos impiden que busquemos y contemplemos a Dios en la vida de quienes están en los ambientes urbanos. Nos permiten soñar a la realidad de una época evangelizadora; despertar la esperanza, la fe y la caridad.  El horizonte aunque sea oscuro, la Palabra nos lo ha hecho ver con otros ojos que queremos contagiar esta esperanza.

 El paso de una pastoral de conservación hacia un nuevo estilo misionero en la evangelización nos empuja salir al encuentro de Dios que habita en nuestra región urbana. Esta es una intuición fundamental, con ella se ha planteado el itinerario pastoral el cual se centra en cambiar de mentalidad, buscar el nuevo giro, el nuevo rumbo, el nuevo ritmo. No nos interesa tener el gran proyecto, sino lograr el cambio de mentalidad. Se ha creado un paradigma de evangelización: su núcleo es vivir la profundidad del encuentro y la relación con Jesucristo, vivir la comunión y ser partícipe de la transformación de la historia. 

 Este paradigma es vivido a partir de tres dinamismos: 

  1. Salir al encuentro de Dios en la región capital
  2. El hacernos compañeros de camino y cuidar la obra que Dios está haciendo en la ciudad.
  3. Ser fermento de transformación a través del servicio: participar en la construcción de una sociedad justa. 
 

El regreso y el testimonio

  • Es nuestro regreso y nuestro testimonio el que se exigen después de encontrarnos con el Señor y con la ciudad.
  • La expresión de este artículo es ya signo de un tiempo de gracia donde el Espíritu Santo está operando en su Iglesia. 
  • La esperanza se funda en una relación personal con Jesús que conduce a su pueblo
  • La fe se ha hecho débil, pero que se busca mantenerse y renovarse por la promesa del Señor «he aquí que estoy con ustedes hasta el fin del mundo». 
  • La esperanza que queremos llegar a ser la Iglesia que el Señor tiene pensado. 
  • Duc in altum y echemos nuestras redes que el desafío y la tarea pastoral apenas comienzan.