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LAS PRUEBAS DEL DEMONIO

Hoy primer domingo de cuaresma el Evangelio nos lleva al desierto. Allá fue llevado Jesús por el Espíritu. Y allí permaneció durante cuarenta días, como hicieran en otro tiempo Moisés y Elías. El desierto es para el que cree un lugar donde uno se encuentra consigo mismo, es un lugar de terrible soledad, pero también de grande fecundidad; en el desierto es donde se forman los santos: el desierto es el lugar donde somos probados en la fidelidad. En nuestra vida hay y habrá muchos desiertos de todos tipos, llenos de profunda soledad y desesperanza, pero también donde nos daremos cuenta quienes somos para saber afrontar la vida diaria. El evangelio nos cuenta cómo Jesús fue tentado:

• En la primera prueba, Jesús se enfrenta con la necesidad de subsistir. Pero él sabe que esa necesidad no puede ni debe solucionarse con el recurso a la magia. El sustento se debe al trabajo humano, no a fáciles milagros.

• En la segunda prueba, Jesús se enfrenta con la falsa ilusión de reducir la dignidad humana al dominio sobre los demás o sobre el ambiente. Pero él sabe que el demonio miente al ofrecer algo que no tiene. El poder es demoníaco cuando no es justo.

• En la tercera prueba. Jesús se enfrenta con el ansia de la apariencia y del triunfo fácil sobre las situaciones. Pero él sabe dónde se sitúan los límites del ser humano y los acepta. Los mensajeros de Dios no son enviados para alimentar la ostentación humana.

  Como dice José R. Flecha: Las tentaciones de Jesús son las pruebas a las que fue sometida una y otra vez su dignidad de Hijo de Dios. Y resumen también las pruebas a las que es sometida cada día la fe de los creyentes, que tratan de seguirlo por el camino. También ellos han de apelar a la palabra de Dios:

• “No sólo de pan vive el hombre”. Es preciso buscar lo esencial. “Tener” más medios o recursos no significa ser más felices.

• “Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto”. Sólo Dios es Dios. Adorar a los hombres, las instituciones o las cosas es una burda idolatría.

• “No tentarás al Señor tu Dios”. Sólo Dios es el Señor. Hemos sido llamados a aceptar su voluntad. Tratar de imponerle nuestra voluntad es tentar a Dios.

– Señor Jesús, queremos repetir con fe las palabras que tú nos enseñaste: “No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal”. Amén