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Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2013

Es octubre. Mes que la Iglesia dedica a las misiones y como cada año el santo Padre dirige un mensaje para la Jornada mundial  de las Misiones. El Papa Francisco, por ello, nos invita a ser conscientes que el ser misioneros es llevar a plenitud el encuentro con Jesucristo vivo, que nace, se fortalece y madura nuestra fe. Las ideas centrales del mensaje las podemos ver en los puntos siguientes.

Primeramente, se pone de manifiesto el itinerario de la fe. Esto es del dinamismo del don de la fe. La iniciativa es de Dios, quien se nos da a conocer por medio de la fe. El hombre da una respuesta, la cual no puede quedar en el plano teórico, sino que es llevado a la vida misma. Una vez que el hombre la lleva a la vida ordinaria afecta lo más profundo de su vida personal y eclesial. Finalmente, la madurez de la fe llega cuando tenemos la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad y de dar testimonio, con nuestra propia vida, a las personas que caminan con nosotros el camino de la vida y de la fe.

Avanzando es sus reflexiones el Papa nos recuerda, que el mandato misionero tiene y tendrá vigencia mientras llegue la plenitud de los tiempos. Pues la misión no se reduce a espacios geográficos, sino que va más allá: «a pueblos, a culturas e individuos independientes, pues los confines de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y mujer». Esta tarea misionera nos toca a todos los que hemos sido incorporados a la Iglesia por nuestro bautismo. Por lo tanto, somos enviados a: vivir, celebrar y compartir nuestra fe. Por eso, el mandato misionero tendrá vigencia hasta que el Señor vuelva. 

La Iglesia, en su naturaleza de enviada, enfrenta muchos problemas para llevar a cabo la obra de la evangelización, muchas veces son dificultades internas más que externas las que frenan su condición de misionera. Pues si cree que evangelizar es imponer la fe, siendo que la fe se propone no se impone, el hombre desde su libertad es que se acepta o rechaza el don de la fe. Así la encargada de proponer y propagar el mensaje de la fe es la Iglesia, ya que «no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia». Además la obra de la evangelización no es una inspiración personal, que se dé de manera asilado, sino que es en siempre en la Iglesia y con la Iglesia que se lleva a cabo la evangelización. Pues el misionero está dentro de la Iglesia, que es guiada por el Espíritu santo. En efecto, la misión es obra de la Iglesia y del Espíritu santo.

La época en la que vivimos muchas estructuras tradicionales se están viendo afectadas, esto es algo que preocupa al Santo Padre, por eso nos alienta a que emprendamos una nueva evangelización, que tenga en cuenta todos los factores de la realidad que nos interpela, y que nos lleva a actuar en favor de la evangelización. Es una realidad que afecta a todos y cada uno de nosotros, por eso, en el campo de la fe no podemos permanecer indiferentes, sino que debemos de dar una respuesta, un anuncio de fe en esta difícil situación que estamos viviendo. Aunado a esto la crisis que se hace presente, no solo en lo económico, social y político, sino también en «el sentido profundo de la vida y de los valores fundamentales». Para recuperar el sentido y darle dirección a la vida, el hombre necesita una luz fuerte que ilumine su camino, esa luz es Cristo, y nosotros con nuestro testimonio estamos llamados a darlo a conocer a los hombres como Luz del Mundo. 

El Obispo de Roma expresa su gratitud a todos los misioneros, porque son ellos los fieles testigos del evangelio, con palabras, pero sobre todo con su vida misma. Al mismo tiempo los exhorta a que sean siempre alegres, que esta virtud sea la característica de su servicio misionero. Pues con su labor llevan a las iglesias al seguimiento pleno del Señor.

En las reflexiones finales, el Papa, se une en la oración a los misioneros que se encuentran en lugares adversos para la fe, sitios en los que no se permite proclamar abiertamente la fe, espacios en que los misioneros arriesgan su vida y sufren toda clase de dificultades por el evangelio. A ellos su Santidad les asegura que está cercano en la oración y las invita a confiar en Jesús vencedor de este mundo. (Cfr Jn 16, 33). 

En conclusión el deseo personal del Papa para esta Jornada Mundial de las Misiones es que: «”La palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada” (2 Tes 3,1), que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo el Señor, pues en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero».

Así de manera breve se presentan las líneas fundamentales del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones.