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Mi experiencia pastoral en el Santuario del Divino Niño Jesús de las Palomitas

Sin duda alguna la dimensión pastoral es muy importante en la vida de cada seminarista, con ella, todos los que sentimos el llamado a ser pastores a ejemplo de Jesucristo podemos comprender, valorar y apropiarnos la caridad pastoral como un principio interior y dinámico, que anime toda nuestra vida espiritual.

Nosotros estudiantes de Teología próximos a insertarnos en la vida pastoral de la diócesis tenemos que impregnarnos del espíritu apostólico llevando a cabo los principios propios del ministerio sacerdotal: enseñar, santificar y gobernar al Pueblo de Dios. 

Es por eso que los alumnos que actualmente cursamos nuestro último año en el seminario, nos ha tocado participar en una pastoral muy particular, puesto que salimos a algunas parroquias de la diócesis para iniciar de forma progresiva nuestra inserción pastoral y darnos cuenta de las riquezas y necesidades con las que cuentan dichas parroquias de la diócesis. 

Colaboramos en diversas actividades de la pastoral, conocemos y convivimos de cerca con los Sacerdotes, los cuales son una ayuda en nuestro proceso vocacional. Dicha pastoral la comenzamos los sábados por la mañana y concluimos  los domingos por la tarde.

A mí, en específico, junto con otro compañero, nos corresponde desempeñar este trabajo pastoral en el Santuario del Divino Niño Jesús de las Palomitas que se encuentra en la parroquia de Nuestra Señora del Refugio en la comunidad de Tacoaleche, Zac.

Voy a contar, de manera breve, mi actividad pastoral en el Santuario:

Como es de suponerse, la pastoral en un santuario es diferente de la pastoral que se pueda llevar a cabo en una parroquia, allí mi trabajo va encaminado a atender a los peregrinos que llegan con gran fe y devoción a ver, tocar y encomendarse al Santo Niño Jesús de las Palomitas.

Es una gran experiencia pastoral que me ha ayudado a crecer en mi vocación y en mi fe, todos y cada uno de los peregrinos que dejan sus hogares para estar un momento en la presencia del Niño de las Palomitas, me han enseñado mucho puesto que ellos, con sus acciones, manifiestan la gran fe que le tienen a Jesús Niño.

Por lo regular son más los peregrinos que llegan el sábado que el domingo, es por eso que este día mi trabajo consiste en darles la bienvenida a los peregrinos y guiarlos en su visita, la cual consta de tres momentos fuertes: primeramente es el canto de llegada, en él los visitantes expresan su alegría por estar en el santuario haciéndose presentes ante el Niño Divino; el segundo momento es el más importante, es el tiempo de la oración, en él se invita a los peregrinos a poner en las manos del Niño todas aquellas acciones de gracias, necesidades e intenciones para que Él las despache según sea su voluntad; y el tercer momento es el canto de despedida, aquí los devotos del Niño se encomiendan, piden su protección y fuerzas para seguir caminando en el sendero de la vida diaria, culminando con una petición muy particular, que es, el deseo de volver a ver una vez más a este hermoso Niño. 

El domingo por la mañana siguen llegando algunos peregrinos, pero no en la misma cantidad que llegan el sábado, es por eso que el trabajo de este día es ayudar al Sacerdote en las celebraciones Eucarísticas.

A grandes rasgos esa es la actividad pastoral más fuerte que realizó en el Santuario.

Termino mi pequeño relato con una estrofa del canto de despedida, que en lo particular a mí me gusta mucho y que quiero compartir con todos los lectores: 

“Protégenos, Niño y a nuestras familias, que por los caminos hay piedras y espinas”