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Montezuma, semillero de sacerdotes y obispos

El sacerdote Carlos de Jesús Félix Díaz nació el 13 de diciembre de 1934; es hijo del señor Isauro Félix Berumen y de la señora María de la Luz Díaz Esparza. Fue ordenado sacerdote el 12 de diciembre de 1958 después de haber concluido los estudios de filosofía y teología en el Seminario de Montezuma, Nuevo México en el país vecino de Estados Unidos. 

En esta ocasión, el padre Félix nos comparte sus conocimientos y recuerdos acerca de la época en que los seminaristas de Zacatecas y de muchas partes de la república, realizaban sus estudios en Montezuma. 

El nombre oficial del Seminario de Montezuma es: Seminario Pontificio de Nuestra Señora de Guadalupe. Desde el principio fue de derecho pontificio, lo que quiere decir que dependía del Vaticano y del Sumo Pontífice. Fue fundado en el año de 1937, como resultado del ofrecimiento, que hicieron los Obispos estadounidenses a los Obispos mexicanos como una gran ayuda, pues era un lugar en el que los seminaristas pudieran estudiar y formarse los seminaristas en un estado de paz, ya que era una época de persecución contra los colegios católicos y los seminarios. El edificio donde estuvo el Seminario de Montezuma era antes un hotel de lujo, pero que fue abandonado a principios del siglo XX. 

Las construcciones están cerca de Las Vegas, Nuevo México (no Las Vegas, Nevada), aproximadamente a 7 km, en las estribaciones de una cordillera de Nuevo México que se llama Sangre de Cristo. El episcopado americano compró ese hotel para establecer ahí lo que sería el semillero de muchos sacerdotes de toda le república mexicana. Es un lugar aislado, lejos de las grandes ciudades. Fue una construcción ubicada en un terreno escarpado, lleno de pinos, con montañas y colinas. En invierno nevaba y el paisaje se cubría de un blanco muy bello, entre los pinos, las montañas y los ríos y presas, que se congelaban. Es verdaderamente un lugar muy hermoso.

Desde 1937 hasta 1950, todos los seminaristas se iban a Montezuma al finalizar los estudios de latín y humanidades, los que corresponden a la etapa del Seminario Menor; luego estudiaban 3 años de Filosofía y 4 años de Teología. Los padres jesuitas eran los encargados de orientar a los seminaristas en el seguimiento de su vocación y de dar clases. Había un equipo docente de alrededor de 15 jesuitas, los cuales estaban durante un tiempo en Montezuma y después regresaban a México para también ayudar en las casas de formación jesuitas.Hubo tres rectores durante la estancia del padre Félix en Montezuma, los cuales fueron: el padre Pablo López de Lara, el Padre Ignacio Rentería y el padre Luis Mendoza Guízar. Los directores espirituales también eran sacerdotes jesuitas. Ellos les insistían a los seminaristas, que tuvieran una intensa vida eucarística y una profunda devoción, junto con un tierno amor a la Virgen de Guadalupe.

El coro de Montezuma era muy singular, dotado de seminaristas con grandes talentos musicales. Fue invitado en distintas ocasiones a cantar para las estaciones de radio de Nuevo México de algunas de sus localidades, tales como Santa Fe, Las Vegas y Albuquerque, así como en otros estados.

El ambiente entre los seminaristas era muy especial, existía una convivencia sana y fraterna que propiciaba la amistad entre los alumnos, los cuales en su mayoría eran mexicanos, pero también había algunos de Centroamérica y del mismo Estados Unidos. Aunque el número de alumnos era de aproximadamente 370 entre los años de 1950 y 1957, las amistades surgieron a partir de la convivencia diaria y del respeto mutuo, así como de las actividades grupales, tales como los paseos de cada jueves.

Montezuma es un gran recuerdo para todos nosotros, no sólo para los sacerdotes que estuvieron ahí, ya que todos hemos recibido, aunque sea indirectamente, los frutos de este semillero, que aunque lejos de nuestra tierra, dio fruto abundante para la diócesis de Zacatecas y también para toda la república, ya que de Montezuma han salido varios miles de sacerdotes y numerosos obispos.