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Aún en la adversidad el cultivo de la viña madura

Un esbozo de la situación eclesial previa a la erección canónica

de la Diócesis de Zacatecas

Como consecuencia de las leyes expedidas en el siglo XIX, la Iglesia en México vivió una época difícil: el episcopado había sido perseguido y algunos prelados desterrados, los bienes eclesiásticos habían sido nacionalizados, los religiosos expulsados… Humanamente no era el mejor momento de promover el nacimiento de la diócesis de Zacatecas, pero sí, desde la perspectiva divina para dar pasos firmes en la realización de la misión de la Iglesia y con ello la renovación de su estructura. 

En este tiempo, la entonces diócesis de Guadalajara tenía bajo su jurisdicción un terreno extensísimo. De ella se han desmembrado: 10 Arzobispados, 48 Diócesis, 4 Prelaturas Misionales, y 1 Vicariato Apostólico . Claro está que a don Pedro Espinosa, obispo de esta iglesia local desde 1853, se le dificultaba ejercer su ministerio pastoral por el vasto territorio que comprendía su jurisdicción y por la situación insegura de los caminos. Por esto, Mons. Espinosa optó por pedir un obispo auxiliar que tuviera su residencia en Zacatecas de modo que atendiera la zona Norte y se reservó la región del Sur. 

Esta acción realizada en realidad no era nueva, puesto que en 1738 Mons. Juan Gómez de Parada Valdés y Mendoza, entonces obispo de Guadalajara, publicó un edicto en el que dio facultades al Cura Vicario in Capite y Juez eclesiástico de Zacatecas don José de Rivera Bernárdez para que atendiera las parroquias de: Santiago de Monclova, Provincia de Coahuila, Boca de Leones, Ciudad de Monterrey, Villa de Saltillo, Real de Mazapil, Monte Grande, Monte Escobedo, Ojo Caliente, San Cosme, Fresnillo, Sierra de Pinos, Villa de Jerez, Real de los Asientos, Villa Gutiérrez del Águila y Real del Pánuco, y de realizar cambios en los sacerdotes que las administraban .

El Papa Pío IX nombró el 8 de abril de 1862 obispo auxiliar al «Maestresalas de la Catedral tapatía, Doctor y Lic. D. Mateo Guerra y Alba, sacerdote insigne en ciencia y virtud, muy versado en todos los asuntos de la diócesis y que había mostrado gran valor civil ante las más adversas situaciones» , nombramiento que no pudo ejercer. 

Mons. Lázaro de la Garza y Ballesteros, arzobispo de México, tenía la inquietud de que en el país no sólo se crearan nuevas diócesis, sino que las existentes se elevaran a arzobispados, sin embargo, en 1861, fue desterrado con otros obispos, entre ellos Mons. Pedro Espinosa. Estando en La Habana, Mons. Lázaro fue llamado a Roma por el Papa Pío IX en 1862, sin embargo, no pasó de Barcelona donde murió el 11 de marzo. Consecuentemente, Mons. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, obispo de Puebla, llevó a su realización este proyecto: se pidió que las diócesis de Michoacán y Guadalajara fueran elevadas a metropolitanas, y que fueran erigidas otras diócesis, entre ellas Zacatecas. Con la bula Ecclesia, el 26 de enero de 1862 fue decretado la creación de los arzobispados de Michoacán y Guadalajara y se establecieron como sedes de las diócesis sufragáneas. 

La bula con la cual se erigió propiamente la diócesis de Zacatecas lleva el título de Ad universam agri Dominici inspectionem. Mons. Pedro Espinosa ya no requería obispo auxiliar, por esto, D. Ignacio Mateo Guerra y Alba pasó a ser nombrado como primer obispo titular de la iglesia local naciente. Fue consagrado por Mons. Pedro Espinosa el día 28 de febrero de 1864 en la Ciudad de México. El 12 de junio llega a la Muy Noble y Leal ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas y toma posesión de ella.

 

Bibliografía:

  • J. IGNACIO DÁVILA GARIBI, Recopilación de datos para la historia del obispado de Zacatecas. Tomo I, Antigua librería Robledo, México, 1949.
  • POR VARIOS CATEQUISTAS, Historia de la Iglesia en Zacatecas para el tercer año, Sembrando, México, 19712.