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Teología de la Cruz desde la perspectiva protestante

Theologia Crucis

La reflexión sobre Dios a lo largo de la historia de la Iglesia ha tenido muchos matices. Y cada uno de ellos se enfoca a profundizar en el misterio de Dios desde diferentes perspectivas. Es por ello, que la historia de la teología tiene reflexiones muy variadas, las cuales pertenecen a una época y a un estilo de pensamiento bien delimitados. Lo que se busca es acercarse al misterio de Dios para conocerle mejor y tener una concepción más nítida de Él.

A Dios lo podemos conocer de muchas maneras como consecuencia de que es Él quien se nos manifiesta, se nos revela. Y la revelación tiene su culmen en Cristo. Él nos da a conocer en su totalidad a Dios. No agota el misterio, pero sí nos lo hace más palpable.


I. Fundación de la Theologia crucis: Lutero en la controversia de Heidelberg

1. Doctrina de Lutero 

Lutero, personaje que irrumpe en la historia de la Iglesia y de la humanidad, tiene su propia concepción de la manera en que Dios se nos da a conocer. Es ciertamente muy radical y contrasta con toda la doctrina anterior a él acerca del conocimiento de Dios. Un presupuesto fundamental es: el hombre es pecador y sólo Cristo en la cruz lo redime, por lo tanto, las obras que realiza el hombre para justificarse no son tomadas en cuenta. Además, el hombre sólo por la fe es justificado. Lutero afirma además, que hay una oposición entre fe y razón. La justificación por la fe y la ruptura entre fe y razón son elementos indispensables en la teología de Lutero. Prueba de ello es su Theologia Crucis.

Esta expresión tiene su fundamento bíblico sobre todo en la teología de san Pablo, en cuyo centro está el evangelio de Cristo crucificado (cfr. 1 Cor 2,1-5). El epistolario paulino está lleno de alusiones y apelaciones explícitas al misterio de la cruz. Pero, al parecer, esta expresión en cuanto tal debe atribuirse a Lutero, que la habría acuñado en la época de la defensa de las Tesis de Heidelberg (1518). Expresa la idea fundamental de Lutero y constituye el germen de toda la teología luterana.


1.1 Crux sola est nostra theologia[1]

En la controversia llevada a cabo en  Heidelberg la theologia crucis fue la novedad teológica de Lutero. Él, para exponer toda esta doctrina se basa en su experiencia personal con el pecado como poder de realidad que nos subyuga  y nos hace esclavos suyos, que no podemos vencer con nuestras fuerzas a la vez que nos está acusando siempre, esto lleva al fraile agustino a concentrar su atención primordialmente en la cruz de Cristo. En ella, se revelan al mismo tiempo el juicio de Dios condenado por el pecado y su justicia no exigitiva, sino justificadora del pecador que llega a ser justo acogido y acogiéndose a ese juicio de Dios. Ése es el único conocimiento que le interesa, de ahí su afirmación clave «crux sola est nostra theologia»[2]. En ella se da el gozoso duelo y estupendo intercambio como en un matrimonio: el pecado del hombre es recibido por Cristo como dote de sus esponsales con la humanidad y ésta en cambio recibe su justicia. Así la theologia crucis concuerda de manera perfecta con su teoría del hombre pecador y de la justificación por la fe sola.

El conocimiento de Dios, por lo tanto, se da de manera plena en la cruz de Cristo. Ya en el Comentario a la carta a los Romanos sostiene que Dios se manifiesta bajo especies contrarias a lo que el hombre imagina, pero fue en Heidelberg donde acuñó la expresión  y explanó claramente el concepto de teología de la cruz, que es la teología propia de Lutero: la teología de la fe exenta de cualquier racionalismo; la teología del hombre que desespera de sus fuerzas, de sus cualidades y de sus virtudes naturales, y funda toda sus esperanzas en la cruz de Cristo sin pensar en las obras propias.

Dios se nos manifiesta de manera paradójica, para Lutero la teología de la cruz es la característica misma del mensaje cristiano y la síntesis de su absoluta originalidad. Al mismo tiempo es un método teológico, una forma de situarse delante de Dios y de su revelación paradójica en el Verbo de la cruz (cf. 1 Cor 1,18).

Entendida en el sentido de una actitud de fe ante el misterio objetivo de la salvación y su actuación histórica subjetiva, la Theologia crucis es: 

a)    un conocimiento revelado, no filosófico o natural;

b)    un conocimiento indirecto, o por mediación, no inmediato o por evidencia; 

c)    un cocimiento basado en el misterio de la cruz y sus reflejos existenciales, no en la naturaleza y sus obras; 

d)    un conocimiento ligado a la paradoja de la » contraria species«, del «opus proprium et alienum» del «Deus absconditus revelatus» del «Deus nudus et indutus«[3] está ligado a la encarnación de Dios, decir, no al Dios-objeto o » cosificado» de la metafísica».

El hombre por sus obras no llega a ningún lado cuando profundiza sobre el misterio de Dios, ya que «no son las obras buenas las que nos conducen a Dios, sino la confesión, reconocimiento y odio de nuestra miseria. Eso se eleva a principio fundamental en la teología de la cruz. La cruz de Cristo es la escala para medir nuestro conocimiento de las realidades ocultas de Dios: gracia, redención, Iglesia»[4]. En pocas líneas, a Dios solo lo podemos conocer por medio de la cruz de Cristo, y es desde ahí que se nos manifiesta, cualquier otro modo de indagar sobre Dios es vano e inútil.


 1.2 Nueva concepción de teólogo

Esta concepción de teología acarrea consigo una nueva concepción de teólogo. Con ello, se desecha todo el avance teológico que se dio a partir de la filosofía, de manera especial los avances logrados en la Escolástica, ya que, los teólogos de esta época se valían de la razón y de la filosofía aristotélica para la explicación de las verdades reveladas. Lutero coherente con su nueva teología da su concepción de teólogo, ello lo hace en su tesis 20, en la cual afirma

no merece el nombre de teólogo quien por medio de las cosas creadas entiende (con la luz de la razón) las perfecciones invisibles de Dios… cuales son la potencia, la divinidad, la sabiduría, la justicia, la bondad, etc., sino aquel que por los sufrimientos y la cruz entiende (con la luz  de la fe) las cosas visibles posteriores a Dios, o sea, las que se oponen a las invisibles, es decir, la humanidad, la flaqueza, la estulticia… en Cristo crucificado está la verdadera teología y el conocimiento de Dios[5].

El verdadero teólogo es, pues, el que ve a Dios en la cruz desde la fe teniendo en cuenta que la cruz es la que nos manifiesta al verdadero Dios. Además, para Lutero «el verdadero Dios de la teología es el que se esconde en la cruz y en los sufrimientos, no el que se manifiesta en la gloria de sus obras»[6].

La teología de la cruz en pocas palabras, es una teología irracional, debido a que fe y razón están separadas, y no se tienen que relacionar, Lutero mismo define su teología como «irrationalem, scilicet, quae nec verbo rationi tradi aut caput potest, sed sola experientia»[7] (irracional, sin duda, porque no es el discurso de la razón la que nos lleva a conocer a Dios o el poder de la mente, sino sólo la experiencia que tengamos de Dios). Lo cual quiere decir, que no es necesario hacer uso de la razón para justificar el acto redentor de Cristo, ya que, al morir por todos los hombres Cristo nos ha justificado, lo que nos queda a nosotros es creer, pues el justo es salvado por la fe.

 

1.3 Theologia crucis contra thelogia gloriae

Todo esto nos conduce a afirmar que la theologia crucis se opone radicalmente a la theologia gloriae a la cual considera obra orgullosa y pecadora del hombre que quiere conocer a Dios a partir de sus obras a fin de justificarse a sí mismo por un conocimiento ascendente, mientras que la theologia crucis es descendente, que viene de Dios revelándose a nosotros en la contradicción de su dolor y de sus sufrimientos. Porque en la cruz de Cristo es el ser de Dios que se hace visible y directamente cognoscible. La theologia gloriae es la vía cognoscitiva de la especulación racional, afirma que la metafísica nos conduce al conocimiento de Dios. Cosas con las que Lutero no está de acuerdo. Pues para él toda especulación religiosa es theologia gloriae y ésta no es capaz de dar el valor justo a la cruz de Cristo.

  

2. A manera de conclusión

Para finalizar veamos un comentario a la tesis 21: el teólogo de la gloria llama al mal bien, y al bien mal; el teólogo de la cruz dice lo que de la cosa es verdad. Y es claro, porque, ignorando a Cristo, ignora al Dios escondido en los sufrimientos. Y por eso prefiere las obras a los sufrimientos, la gloria a la cruz; el poder a la flaqueza, la sabiduría a la estulticia, y siempre lo malo a lo bueno. Estos son aquellos a quienes el Apóstol llama enemigos de la cruz de Cristo… en cambio los amigos de la cruz dicen que la cruz es buena y las obras malas. Ello nos lleva a concluir que el verdadero conocimiento de Dios se da en la cruz de Cristo, el cual fue crucificado por la justificación de todos los hombres. Por ello, las obras no añaden nada al acto redentor de Cristo.

De esta teología de la cruz se deriva el concepto luterano de Iglesia visible e invisible. La iglesia visible y externa, la Iglesia de la gloria mundana, la que brilla por su poder, por su sabiduría, por su autoridad no es la verdadera, solo puede ser verdadera y divina, la Iglesia oculta y humillada la Iglesia de la Cruz, la que sólo se conoce por la fe. Abscondita est ecclesia latent sancti; la Iglesia está oculta, escondida en los santos

 

II. Evolución de la Theologia crucis

Vinculada a la experiencia histórica de Lutero, la theologia crucis en la fase inmediata post-luterana perdió, al menos formalmente, aquel carácter eminente y central que había tenido en Lutero. Sin embargo, sus tesis fundamentales están presentes en Calvino y en los escritos simbólicos de la Iglesia luterana. Veremos a tres representantes de la teología protestante contemporánea:

 

1. Karl Barth

Desaparecido del horizonte de la teología liberal, el tema reaparece con vigor en la reflexión teológica de K. Barth, que presentó una teología de la cruz substancialmente en línea con la de Lutero. La Sagrada Escritura, la Revelación, la Palabra de Dios, Jesucristo; son todas ellas las formas que asume Dios para revelarse y al mismo tiempo esconderse: una palabra humana revela y vela la Palabra de Dios; una criatura bajo la cual y en la cual Dios esconde su majestad un conjunto de realidades en las cuales Dios se abaja para llevar a cabo su obra de salvación; la humanidad del Verbo encarnado, que al mismo tiempo es velo y revelación de la Dei loquentis persona. La persona de Dios hablará.

Barth es fiel a Lutero, pues sigue las mismas líneas teológicas que él, pero a la vez avanza más allá que su maestro. Barth está contra la analogia entis, para salvar la analogia fidei, que es la que nos permite acercarnos a Dios, quien se nos manifiesta de manera plena en su Palabra. Es suficiente con echar una hojeada a su obra Introducción a la Teología evangélica para darnos cuenta de ello.

La idea que mueve gran parte de la teología de Barth es la visión unitaria del misterio de la Encarnación y el misterio de la redención. Pues el misterio de la encarnación alcanza su plenitud en la redención, por eso, debemos de verlos no por separado, sino como un todo unitario. Partiendo de este presupuesto Barth al hablar de la teología de la cruz toma en cuenta este principio. Así, Barth con un razonamiento sencillo nos evidencia que no hay yuxtaposición entre theologia crucis y theologia gloriae, al contrario se complementan: «no hay theologia crucis que no tenga su complemento en la theologia gloriae» con un sencillo razonamiento explica esta función complementaria: «ciertamente, no hay día de Pascua sin Viernes santo, pero es igualmente cierto que no hay Viernes santo sin día de Pascua»[8]. Con esto nos quiere decir que la alegría pascual necesariamente incluye el dolor del Viernes santo, y que la tristeza padecida por los acontecimientos tristes y devastadores sucedidos el Viernes santo se verán superados por el gozo del  día de Pascua, esto es por la resurrección de Cristo.

Con esto se ven los matices, que hace en su theologia crucis, la cual no es tan radical como la de Lutero, sino que busca integrar la otra cara de la theologia crucis: la thelogia gloriae, la cual siempre tiene como presupuesto fundamental la theologia crucis. Esto lo vemos de manera clara en el siguiente pasaje:

 

Aunque sea difícil creer, es verdad que Jesucristo murió también ciertamente por los teólogos, resucitó de nuevo de entre los muertos para revelar este hecho y para fundamentar la esperanza de los teólogos. Los teólogos tendrán que ser bien conscientes de la idea de que Jesucristo vivo, que es el fundamento y el objeto de su investigación, que hace posible la teología y que la rige y mantiene, no es otro que el que fue crucificado. ¡Ave crux unica spes mea! (te saludo oh cruz única esperanza mía). Cuando la teología se atiene firmemente a este hecho, entonces puede ser y será una theologia gloriae, una teología de la gloria en fidelidad a su theologia crucis[9].

  

2. Jürgen Moltmann

Toda su reflexión de la teología de la cruz se ve expresada, de manera especial,  en su obra El Dios Crucificado, en ella la teología de la cruz es el punto central y clave hermenéutica para entenderla de manera correcta. Entre sus planteamientos principales se encuentra la preocupación, por una parte, el salir del esquema demasiado estrecho de la teología de las dos naturalezas de Cristo, que se encierra sólo en la relación humanidad-divinidad y deja de lado la dimensión trinitaria de la cristología. Por otra parte, quiere también poner de relieve la insuficiencia del teísmo para dar razón del Dios trino del misterio pascual.

Además para Moltmann no es posible hablar de esperanza, una teología de la esperanza, si no se ha experimentado el dolor de la cruz. Así no hay posibilidad de hablar de una teología de la esperanza que no esté atravesada por la cruz y el sufrimiento, ni una teología de la cruz que no esté preñada de la esperanza que otorga la resurrección.[10]

Fiel a la tradición protestante toma sus ideas de la Escritura, en especial de Juan y Pablo. De ellos toma la idea: Dios entrega a su Hijo para la salvación del mundo y para la definición de Dios amor que en relación con esta entrega aparece en 1 Jn 4, 8. El amor del que aquí se habla se ve realizado en la cruz. Por lo tanto, Dios es amor significa que existe en el amor y en el acontecimiento de la cruz. Dios se hace presente en la contradicción humana, que al final se convierte en la unidad de Dios, pues «lo que en la cruz acontece, acaece ante todo “entre Dios y Dios”, produce una profunda separación en Dios mismo, porque Dios abandona a Dios (el Padre abandona al Hijo) y así se contradice a sí mismo, pero a la vez se produce en Dios una profundad unidad, que se muestra en el Espíritu Santo que une al Padre y al Hijo»[11].

La teología de Moltmann va encaminada a profundizar el misterio trinitario a partir de la cruz de Cristo, ya que, «a partir de la cruz de Jesús se ha de determinar lo que se entiende por Dios»[12]. Es también en el acontecimiento de la cruz donde se ve la manifestación plena de la Trinidad, claro, que todo en la contradicción, «en la cruz el Padre y el Hijo están separados hasta el punto que interrumpen sus relaciones. Jesús muere sin Dios. Pero en esta separación el Espíritu Santo es el vínculo de unión, que une tanto la separación como la unión del Hijo y del Padre»[13].

En pocas palabras el misterio de la profundidad de la vida trinitaria se manifiesta en la cruz de Cristo, y no es un camino que se desvíe al tratar de ver en este acontecimiento el acto de amor más grande, mediante el cual podemos adentrarnos al misterio de la trinidad.

Un aspecto más en la teología de la cruz de Moltmann, es que lleva a la vida práctica toda esa especulación. Así la consecuencia lógica es una teología política y una teología de la liberación, que incidan directamente en la vida cristiana, en la situación histórica concreta. Moltmann frente a la crisis de relevancia y de identidad de la vida cristiana en el mundo, él sitúa la cruz de Cristo como fundamento de la fe y piedra de escándalo para todo aquel de decida una salida en falso ante esta problemática. La única solución es la cruz de Cristo en la cual se nos manifiesta Dios, ya que la cruz es el lugar supremo de la revelación de Dios.

La finalidad a la que tiende la teología de la cruz de Moltmann «no sólo es contemplativa  o racional (revolución del concepto de Dios), sino que tiene una clara intención política y liberadora (fe revolucionaria) que hace de ella una verdadera teología práctica»[14]. Es por ello, que la teología de la cruz no se tiene que quedar en un plano teológico racional, sino que tiene que incidir de manera profunda en la realidad.

Toda la teología de Moltmann, en especial su theologia crucis, es innovadora y revolucionaria. Pero en el fondo es una teología que abre las puertas a interpretar el misterio de Dios desde otra perspectiva, y tratar de llevar a la práctica esa teología. Con justa razón W. Kasper expresa: «la inclusión de la cruz en las relaciones divinas supuso desde el primer momento una visión revolucionaria que no era fácil de asumir por la teología»[15].

  

3. Eberhard Jüngel

Es el tercer representante de la teología de la cruz. En su obra tiene muchos puntos de contacto con Moltmann, sin embargo presenta la cuestión con más complejidad. Él también quiere contemplar el misterio de Dios desde la cruz de Cristo.

Su teología de la cruz va encaminada a desvelar el misterio de Dios. A tal grado que considera que la definición real de Dios es: el Crucificado. Además reacciona frente a las ideas de un Dios impasible, lejano, que se han dado de hecho en la teología cristiana. En efecto, a Dios sólo se llega desde la dureza de la fe en Jesucristo.

Jüngel afronta el problema de la muerte de Dios, el cual nos conduce a descubrir, quién es Dios. Esto se debe a que «en la cruz de Cristo Dios se nos muestra como un movimiento hacia lo profundo, un movimiento incontenible hacia lo hondo de la miseria terrena»[16]. Con ello, se pone en claro que en Cristo crucificado se puede conocer a Dios.

De estas reflexiones Jüngel deduce su tesis: «el crucificado como vestigium trinitatis». En la muerte de Cristo se inaugura una nueva relación del hombre con Dios, porque el ser de Dios se revela en toda la profundidad de su vida sólo con la muerte de Cristo. Es por este motivo, por lo que el hombre puede acercarse y entrar en relación más directa con Dios, debido a que ya sabe quién es Dios, pues Cristo en la cruz ha revelado el ser íntimo de Dios.

En muchas ocasiones nuestro autor habla de la identificación de Dios con el crucificado. La fe en el hombre Jesús, crucificado por nosotros, como Hijo de Dios, presupone la identificación de Dios con Jesús y la autodiferenciación trinitaria de Dios. Así en la cruz se manifiesta como un desbordamiento del ser divino, cuando en la muerte de Jesús se entrega por todos los hombres.

La teología de Jüngel se propone hacer una distinción entre Dios y Dios fundada en la teología de la cruz de Jesucristo, las ideas de absolutez, de la impasibilidad, de la inmutabilidad de Dios que han llevado al ateísmo contemporáneo. Ya en lo que se refiere al misterio pascual, es claro que la cruz manifiesta el amor de Dios, y en este sentido es decisiva para entender la trinidad[17].

La teología de la cruz desde el enfoque que Jüngel la aborda es un intento de dar razón del misterio de Dios trino. La trinidad, pues, se nos manifiesta en Cristo pendiente en la cruz, el cual es fuente y culmen de la revelación. Por eso, la cruz de Cristo se convierte en eje transversal y criterio de interpretación en toda la reflexión sobre el misterio de Dios trino en la obra de Jüngel.

  

III. Conclusión

La theologia crucis es un reflexionar, que busca acercarnos al misterio de Dios. Teniendo como punto de partida a Cristo crucificado, el cual es la plena manifestación de la revelación. Lutero la expone para defender y justificar toda su doctrina de la justificación por la sola fe. Razón por la cual tiene una concepción muy reducida y restrictiva de teología: es solo creer por fe, y no hacer uso de la razón. Porque fe y razón son dos dimensiones irreconciliables. Así que el hombre es salvado solo por creer.

 La evolución del protestantismo conllevó el desarrollo de la teología de la cruz, la cual conservó en esencia los planteamientos teológicos propuestos por Lutero, pero no con tanta radicalidad, sino con más apertura a la reflexión teológica. Aquí se presenta una diferencia muy notoria, los teólogos que vimos integran el uso de la razón para hablar de la teología de la cruz, por ello, sus reflexiones están más  y con apertura al diálogo con el mundo y sus problemas.   

Todo el planteamiento protestante de la teología de la cruz tiene como finalidad reflexionar en el misterio trinitario de Dios a partir del acontecimiento de Cristo en la cruz. Con ello también se ahonda al misterio de la muerte de Dios, el cual ha dado muchos problemas a la teología protestante actual.

En suma, la teología de cruz, nos muestra que la plena manifestación del ser de Dios se dio en Cristo crucificado. Por lo tanto, nos revela que Dios es trino y que actúa siempre para salvarnos. Eso lo vemos en la entrega que el Padre hizo de su Hijo por la salvación de todos los hombres. Y con ello, se nos pone de manifiesto que Dios no nos abandona, sino que en cualquier situación por cruel que sea siempre nos acompañará y nos salvará. Porque Dios ya ha salvado a todos los hombre con la muerte de su Hijo.



[1]Solamente la cruz es nuestra teología.

[2]Crux sola est nostra theologia (WA 5, 176, 32) Deum non invenire nisi passionibus et cruce (a Dios no lo encontraremos, sino en la pasión y en la cruz). Tesis 21, la teología trata de Deo crucifixio et abscondito, crux Cristi unica est eruditio verborum Dei, theologia sincerissimam, sed Christum nosse est crucem nosse et Deum sub carne crucifixio intelligere. (De Dios crucificado y escondido, la cruz de Cristo es la única enseñanza de las palabras de Dios, la teología más sincera, pero conocemos a Cristo que se nos da en la cruz, y a Dios que se nos da bajo la crucifixión de la carne)

[3] En binomios contrarios. Bajo especies contrarias. De la obra propia y ajena. Del Dios revelado y escondido. Del Dios desnudo y revestido.

[4] R. García Villoslada, Martín Lutero, el fraile hambriento de Dios, I, 363.

[5]Ibídem, 364

[6]Ibídem, 364

[7]WA 18, 633. 685 y 689.

[8] K. Barth, Esbozo de Dogmática, 134.

[9]K. Barth, Introducción a la Teología evangélica, 181-182.

[10]Cfr. J. Moltmann, EL Dios Crucificado, 11.

[11] L. F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero, 77.

[12]Ibídem, 78.

[13]Ibídem, 78-79.

[14]J. Moltmann, El Dios crucificado, 18.

[15]Ibídem, 18.

[16]L. F. Ladaria, EL Dios vivo y verdadero, 180.

[17]Cfr. Ibídem, 183-184.