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Vidas que Confrontan

En estos días encontramos que varias instituciones al luchar por su creencia laicista han creado un ambiente de repudio contra la fe, lo anterior da como resultado un ausentismo de los creyentes en nuestra sociedad y la indiferencia para vivir los valores humanos y cristianos. Se ha separado tanto el concepto de Estado-Iglesia como fe y vida, creando una triple moral en las personas, en la sociedad actuar de un modo, en la familia de otro y en la Iglesia de otro, se hace a un lado la coherencia de vida y el compromiso como bautizados y cristianos católicos.

Al conocer la historia de Anacleto González Flores, mártir de la persecución religiosa en nuestro país, encontramos una vida que nos interpela y nos motiva a comprometernos con nuestra sociedad él decía que: «Para ser verdaderamente católicos hay que trabajar sin descanso por el bien de la sociedad, pues este es el sentido más alto y más profundo de aquel precepto: Amarás a tu prójimo como a tí mismo».   

Es importante pues que nuestra vida este acompañada del testimonio de nuestra fe, y no reducirla a un ritualismo externo sin el compromiso espiritual que nos hace hermanos en Cristo, en este año en el que reflexionaremos a fondo sobre la fe es bueno recordar aquello que Anacleto decía con pasión en tiempos de la cristera: “Nosotros los católicos hemos visto con nuestros propios ojos la caída estrepitosa del edificio de la sociedad, y en estos momentos andamos entre escombros. Sin embargo, poco nos hemos preocupado de conocer con toda claridad la verdadera causa del desastre. Y si hemos de ser sinceros y deseamos sanar, debemos empezar por reconocer que nada nos ha perjudicado tanto como el hecho de que los católicos nos entregamos a vivir con éxtasis en nuestros templos, y abandonamos todas las vías abiertas de la vida pública a todos los errores […], en lugar de haber estado en todas partes… Y hemos dejado la escuela, la prensa, el libro, la cátedra en todos los establecimientos de enseñanza, les hemos dejado todas las rutas de la vida pública… no hemos podido amurallar las almas de las masas, de los jóvenes, de los viejos ni de los niños”.