Hola a todos los cibernautas que nos contactan. Soy Gustavo Uriel, de primero de Teología del Seminario que es mío y de ustedes, el Seminario de Zacatecas. Comparto ahora con ustedes, del tiempo que llevo aquí, una vivencia de una de las áreas tan importantísimas de nuestra formación: la pastoral.
A grandes rasgos puedo decir que es un tiempo de exigencia, de retos, de esfuerzo y de mucha actividad, donde cada lugar y acontecimiento han marcado algo en mi proceso del seguimiento de Jesucristo… Por ejemplo, en donde ahora estoy, en la parroquia de Trancoso, Zac., acompaño a esta parte del pueblo de Dios en una capilla que está dedicada a San Isidro, me ha tocado compartir algo de formación en la fe para los agentes, miembros de los grupos y, en general, a todo miembro de la parroquia que quiera. Trancoso es un lugar donde hay una estructura, una tradición y una pastoral ya establecida, que requiere de motivación y educación en la fe para que, lejos de que se decaiga o sólo se mantenga, los fieles de esta parroquia puedan seguir a Cristo cada vez más de cerca. También, en otra perspectiva y en otras circunstancias casi del todo distintas, me ha tocado vivir experiencias como el año pasado, en la capellanía de San Mateo Correa, Zacatecas, Zac., donde existe el proyecto de la fundación de una parroquia para la atención de los fieles de esa zona, el servicio que presté fue de censo, búsqueda, y animación para que empezara a haber encargados de vida cristiana, gente que asista las Misas que, por lo general son en la calle o en alguna bodega o tapia (en muchos centros todavía no hay templo), y también catequistas, ayudando a una de las encargadas con el grupo de Confirmación en el centro de catequesis del Jaralillo 1 y 2.
Para mi ambas experiencias están dotadas de un gran sentido y, a pesar de vivir las diferencias tan grandes entre cada una, puedo encontrar puntos de unidad muy grandes: en primer lugar, es un momento en el que todos nos enriquecemos con la experiencia que cada uno, desde su modo de vida y desde lo que le toca vivir, tiene de Dios, del Dios de Jesucristo, nuestro Padre; otra es a propósito del Año de la Fe, ya que la fe se acrecienta compartiéndola, de mi parte, con lo que día a día aprendo y vivo en el estudio, en la oración y en la convivencia con mis compañeros en el Seminario; de parte de ellos, sus luchas, sus trabajos, talentos y esfuerzos que ponen para seguir avivando esa fe en la que fueron inculcados. Y tercera, el ver tanto las riquezas como las necesidades de tu comunidad despierta más el deseo de ayudar, de contribuir desde este llamado para su crecimiento, es como te enamoras cada vez mas de tu tierra, de tu gente, de la Iglesia, de la que formas parte, y aprendes a entregarte por ella.
Esto es, a grandes rasgos, la experiencia que tengo de la pastoral, en la que todos crecemos en la fe y nos animamos a seguir con más entrega a Jesucristo, el Buen Pastor.