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XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

JESÚS, LA LUZ DEL MUNDO; LA FE, UN CORAZÓN ABIERTO A LA LUZ

Estamos en el año de la fe. El Papa lo ha proclamado así. Quiere, con esto que todos y cada uno de nosotros, católicos, valoremos el tesoro que Dios nos ha dado el día de nuestro bautismo: la fe en Jesucristo, el revelador del Padre y a la vez el revelado: el Mesías salvador, la Luz del mundo. A su vez, quiere que compartamos nuestra fe al mundo.

No nos referimos a una fe basada en el fideísmo, que prescinde de la razón para creer, sino en una fe que se apoya también en la razón para mejor creer, según la máxima de San Agustín de Hipona: “Creo para entender y entiendo para creer” (Sermón 43, 7, 9); una fe que con la inteligencia y voluntad le entrega libremente a Dios el homenaje de toda su vida y corazón, como respuesta amorosa a un Dios tan bondadoso, que se nos ha revelado para invitarnos a ser sus amigos y vivir en su misma vida divina. 

En este sentido, basados en el Evangelio dominical, podemos considerar la fe como un camino de luz que, ante las obscuridades de esta vida, nos conduce –si así lo queremos y nos ponemos en camino de búsqueda- hacia Dios, Luz radiante de infinita belleza, quien nos colma de amor y de ternura. Y todo ello, por medio de Nuestro Señor Jesucristo, el Puente entre Dios y los hombres, a quien nos manda amar y servir.

Así, pues, Jericó representaría a nuestro mundo y sus vicisitudes; el ciego estaría a todo ser humano que sufre y que no tiene luz; Jesús es La Luz del mundo, y los que reprenden al ciego del camino representan a quien nos desanima en nuestra búsqueda de sentido, de la verdad, de la Luz, a quienes nos dicen que todo está perdido; afortunadamente, ante el llamado de Jesús a todos, de venir hacia Él, hay quien nos anima y nos ayuda y es la Iglesia que nos dice: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”.

Preguntémonos, pues: Yo, así como soy y como estoy, en este preciso momento y circunstancia, ¿Tengo luz o estoy en tinieblas? Si ante los problemas de la vida, quizá, no veo claro y me falta luz en mi camino, ¿Estoy dispuesto a buscarla? ¿Tengo el valor de ponerme junto al Camino (Cristo), que anuncia su Iglesia y decirle: “Maestro, que pueda ver”? 

“Jesús le dijo: ‘Vete; tu fe te ha salvado’. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino”. Y yo… ¿Qué hare…?