Ayuno, Oración y limosna: itinerario de misión
A lo largo del año, la liturgia nos ayuda a celebrar nuestra fe. La Iglesia, que es Madre y Maestra por excelencia, prevé tiempos específicos dentro del año litúrgico que nos ayudan a acrecentar nuestras actitudes de fe y sobre todo a tener una vivencia más cristiana. Tal es el caso del tiempo litúrgico de Cuaresma, mismo que muchas veces solemos reducir a costumbres que tienen que ver más con lo gastronómico y algunos eventos aparentemente «tradicionales», que muchas veces se quedan en espectáculos paganos y que nos confunden.
El Papa Francisco lo ha dicho en su mensaje de Cuaresma este año, «el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual»; podemos precisar entonces que Cuaresma y Pascua son un binomio inseparable, de modo que no hay Pascua sin Cuaresma, pero tampoco Cuaresma sin Pascua, pues una nos prepara para la otra, especialmente prepara nuestro corazón.
Pero, ¿cómo vivir la Cuaresma no solo como bautizados, sino también como misioneros? Su Santidad, nos da tres pautas para encarnar más intensa y concretamente el misterio Pascual en nuestra vida, estas son: el ayuno, la oración y la limosna.
- Ayuno: especialmente de la tentación de «devorarlo todo», de tal modo que nos hagamos conscientes de la capacidad que tenemos de sufrir por amor, esto no se limita a una conducta masoquista o autodestructiva, sino que nos recuerda que al dejar actitudes de «acaparar», nos volvemos más libres y plenos en nuestra vida. Ayunar es amarnos a nosotros mismos, porque nos liberamos de la atadura que nos hace sentir una constante necesidad de acumular lo que los otros también desean o necesitan. A la sociedad de hoy, bien nos haría ayunar del chisme, de lo superfluo, de la burla y la discriminación.
- Oración: reconociendo que no somos autosuficientes que tenemos una constante necesidad de Dios, que sólo él puede llenar nuestros vacíos. Orar es decirle a Dios cuánto lo amamos. Es a través de la oración, del diálogo de Dios, como podemos prepararnos y tomar fuerzas para nuestra misión del día a día. ¡Cuántas veces nos atrevemos a hablar de Dios, olvidando hablar primero con Él! Nadie ama lo que no conoce, por ello es importante conocer a Dios, a Jesús y su proyecto a través de la Oración y de la meditación de su Palabra, sólo así podremos comunicarlo a los demás. La Cuaresma es una buena oportunidad para orar por quienes no nos caen bien, por los enfermos, las personas tristes y por supuesto por nuestros amigos y familiares.
- Limosna: y dice el Papa, «para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos». Dar limosna nos permite dejar de insistir en aquello que nos hace fracasar en la vida, hacer a un lado intereses que solo se quedan en lo superficial, deshacernos de lo que no nos hace más humanos y mejores cristianos. Bien podemos vivir nuestra espiritualidad misionera de bautizados, dando de nuestro tiempo a los demás, especialmente a aquellas personas que necesitan ser escuchadas y acompañadas; podemos también compartir a medida de nuestras posibilidades algo material con quienes lo necesitan. Dar limosna permite que nuestro amor al prójimo, no solo se quede en palabras, sino que trascienda hasta llegar a la acción.
Como podemos percatarnos, practicar todo lo anterior, no es otra cosa que cuestión de AMOR, la Cuaresma nos prepara en el amor para poder contemplar el misterio de la resurrección de Cristo. Si queremos aprovechar la Cuaresma como discípulos misioneros de Jesús y su proyecto, debemos centrarnos en Él, en su persona, en sus palabras, en sus acciones, en su modo, eso es conversión.
Por último, cabe aclarar: no son en sí mismas el ayuno, la oración y la limosna, las pautas que nos llevarán hacia a Jesús, es el conocimiento de Él y el amor a su proyecto, lo que harán que espontáneamente pongamos en práctica este itinerario marcado por el Papa para vivir la Cuaresma. Todos somos misioneros y, por tanto, estamos invitados a vivir de esta manera, no nada más quienes participan en un apostolado, sino todos nosotros bautizados y seguidores de Cristo.
Equipo de misiones «Pbro. Aurelio Campos Ruedas»
Lic. En Psic. Miguel Alejandro Salcedo Enciso