Muchas veces hemos escuchado la palabra “suicidio”, pero no sabemos cuál es su significado. La palabra suicidio proviene del latín sui-caedere: “sui”, a sí mismo, y “caedere”, que significa matar, es decir, matarse a sí mismo. Se ha afirmado que esta palabra la llegó utilizar por primera vez el abate Desfontaines en 1737, pero es a lo largo de la historia de la humanidad que el suicidio ha sido estudiado de diversas áreas, como en la filosofía, la sociología, la médica y la psicología.
“El suicidio es la única muerte que podemos evitar” pero podemos preguntarnos ante esta realidad; ¿Quién lo hace?, ¿Por qué lo hacen?, ¿Cómo lo han hecho?, ¿A qué se debe, que llegan a tomar esa decisión?; son realmente muchas las preguntas las que surgen después de que una persona llega a quitarse la vida. La muerte para algunos es un castigo, para otros un regalo y para muchos llega a ser un favor. Desde un punto de vista filosófico, se llega a abordar el tema del suicidio, con aceptación y profundidad, ya que se le considera un elemento fundamental dentro del campo de la filosofía.
Al respecto, es necesario revisar y ver lo que está sucediendo con estas personas que llegan a tomar este tipo de decisión. Se opina que la muerte de muchas personas se debe a que piensan que no vale la pena vivir, mientras que otras se dejan matar por las ideas o ilusiones que les dan razones para vivir y que, a su vez, se convierten en razones para morir. El acto del suicidio es algo que se llega a preparar con tiempo y en silencio y para el cual hay sólo dos posibilidades, el quitarse la vida, o no hacerlo; ahí es cuando la balanza tiene que inclinarse hacia algún lado para tomar la decisión.
Albert Camus, afirma que: “el suicidio es una esperanza para dejar de sufrir, cuando la vida es pesada y sentida como un sufrimiento muy grande e interminable” Para algunas personas puede llegar a ser esto muy lógico, sin embargo, en la vida es casi imposible ser lógico siempre y hasta el fin. Ahora bien, en el sentido originario del pensamiento sobre el suicidio, darse cuenta de los términos que propone el filósofo francés, lleva a un vacío existencial que toma la forma emocional de la tristeza. Luego, como consecuencia, uno se tiene que enfrentar a la cuestión de la propia vida y si vale la pena vivirla. Independientemente de la respuesta que uno tenga a esa cuestión, simplemente sí o no, invariable e irreparablemente se da una reafirmación de la creencia en lo absurdo como eje central de la conducta del hombre.
El acto suicida, como muchos otros actos, pueden surgir de algo irrisorio, de un momento absurdo o de una pena muy profunda. De manera ideal, la mente debería distinguir entre lo que es cierto o falso. Es realmente común llegar a escuchar a personas que no llegaron a suicidarse, en el momento crítico de su decisión había confusión, una falta de claridad y una disminución de los aspectos cognitivos claros, y que prevalecen en gran medida dolor y sufrimiento sin salida.
El suicidio es una de las principales causas de mortandad en el mundo porque representa una “salida fácil” para acabar con los problemas; no lo echemos a la ligera y preocupémonos por esas personas que vemos hundirse en la tristeza cada día porque no sabemos qué decisión puedan tomar mañana para acabar con ella.
Muchas veces las personas que se suicidan son aquellas, que parecen tenerlo todo: fama, éxito, dinero, poder, físico, familia… ¿Por qué pasa? ¿Por qué dejan de encontrarle un significado a la vida? Precisamente el “hecho de tener todo” les recuerda que, a pesar de eso, no son felices y sienten que no tienen nada; y si tienen algún tipo de vicio es aún peor porque el alcohol, las drogas, el sexo sin amor son solo reveladores temporales de vacíos que cada vez los hacen más grandes hasta que llega un tiempo que son imposibles de llenar.
Una persona, para ser feliz, tiene que tomar las riendas de su vida. La felicidad está en no tomarse nuestras tragedias demasiado en serio, hay que soltarlas un poco más, y trabajar cada día en encontrar pequeñas cosas que nos den esperanza. Hay demasiada expectativa en cuanto a la felicidad humana, la ponemos en un pedestal que esperamos alcanzar algún día y no nos damos cuenta que está ahí diariamente. La felicidad histórica es una decisión, que se va construyendo día a día, es saber ver lo bueno entre lo malo que nos pase; es la opción de tomar una actitud positiva en lugar de una negativa; y aunque nos cueste porque sintamos un presente oscuro, vale la pena sonreír cada mañana pensando en algo que agradecer, y que nos empuje a la esperanza.
Síntesis del libro, “Suicidio la última decisión” Alejandro Águila Tejeda, Editorial Trillas.
Luis Carlos Bernal Gómez