El Adviento y la Navidad, son dos periodos de tiempo dentro del año litúrgico, que están íntimamente unidos, el primero es la preparación del segundo, y éste, el cumplimiento próximo del primero. Cada uno de ellos encierra un contenido doctrinal y espiritual muy grande, que todos los cristianos debemos conocer, para vivirlos más plenamente y con mayor fruto.

El Adviento nos prepara para la solemnidad de la Navidad, en la que recordamos la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, además, por este recuerdo, nuestras mentes se dirigen hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos.

El adviento es un tiempo de espera piadosa y alegre, nunca se debe considerar como un tiempo de penitencia, sino de alegría y gozosa espera, en él los cristianos renovamos nuestra esperanza del encuentro con el Señor, sabiendo que Él está presente en su Iglesia y en el corazón de los fieles que lo acogen con amor.

En este tiempo los cristianos hemos de tomar tres actitudes muy importantes: la esperanza que nos mantiene activos como cristianos, la vigilancia atenta porque el Señor vendrá de nuevo y el compartir con todos aquellos que se unen a nosotros en la espera. El adviento es como la espera paciente y deseada de un amigo, por eso es una de las características del cristiano.

Por Rafael Cristalinas García