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EL PRIMADO PETRINO, MINISTERIO IMPRESCINDIBLE PARA LA IGLESIA CATÓLICA

Es imprescindible el ministerio petrino para la fe cristiana, más concretamente para la Iglesia católica. Si la Iglesia careciera del sucesor de Pedro ya no sería la Iglesia que Cristo fundó pues él mismo lo hizo sobre la Roca que es Pedro, a él le entregó las llaves del Reino de los cielos y le dio el poder de atar y desatar. Prescindir la figura del vicario de Cristo en la tierra, el Papa, sería mutilar una de sus columnas esenciales.

Jesucristo, antes de subir al cielo, dejó a san Pedro al frente de su Iglesia, comunicándole todos los poderes necesarios para desempeñar su cometido. El Papa tiene autoridad de Cristo-Dios para interpretar la ley divina. Cristo le dijo a san Pedro que le daría las llaves del Reino de los cielos y que lo que atara o desatara en la tierra quedaría atado o desatado en los cielos (Cfr. Mt 16,19). Esto supone poder para legislar e imponer obligaciones.

En el futuro, el papado seguirá siendo sustancialmente como es ahora, es decir, siempre será necesario un hombre que sea el sucesor de san Pedro, y que asuma una responsabilidad personal última, apoyada colegialmente.

En cuanto a su oficio, en el último capítulo de san Juan, Jesús encarga a Pedro apacentar a sus corderos; en san Lucas le pide que fortalezca a sus hermanos; y en san Mateo le confía las llaves del Reino de los cielos y le denomina roca sobre la que edificará su Iglesia. Los católicos creemos que Cristo deseaba que las responsabilidades que encomendó a Pedro se perpetuasen en cada sucesor suyo, en cada Papa.

El Papa es «el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y comunión, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de fieles», tiene una particular y encarecida misión de velar por la unidad de la Iglesia que la sido en comendada. El ministerio petrino no es un oficio de coordinación o de presidencia, ni puede reducirse a un Primado de honor, ni puede concebirse como una monarquía de tipo político.

Ciertamente no han faltado en la historia del papado errores humanos y faltas, incluso graves: Pedro mismo se reconocía pecador. Pedro, hombre débil, fue elegido como roca, precisamente para que quedara de manifiesto que la victoria es sólo de Cristo y no resultado de las fuerzas humanas. El Señor quiso llevar en vasijas frágiles su tesoro a través de los tiempos: así la fragilidad humana se ha convertido en signo de la verdad de las promesas divinas.

El Papa puede ser o no de nuestro agrado, ser o no santo de nuestra devoción, pero eso no implica desobediencia a su ministerio petrino. Es Dios quien pone a la persona adecuada en el lugar adecuado y, el Papa, por ser el sucesor de san Pedro, goza de una asistencia especial del Espíritu Santo.

Omar Martínez Guerrero

Seminarista de cuarto de teología

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