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Lectores en la Misa

Uno de los ministerios o servicios que podemos prestar en la Misa es el de leer las lecturas. La parte de la Celebración Eucarística donde se proclaman las lecturas es muy importante, pues es donde nos alimentamos de la Palabra de Dios, esencial para la vida de todo bautizado, como tú y como yo.  Pero, ¿que hay que saber para proclamar la Palabra de Dios?

Las lecturas de la Palabra de Dios que escuchamos en la celebración se leen en un orden muy específico. El domingo solemos escuchar tres lecturas, ordenadas de la siguiente manera: una primera lectura, que generalmente se toma del Antiguo Testamento y a la que sigue un salmo como respuesta a la Palabra; una segunda lectura tomada del Nuevo Testamento; y la lectura de un fragmento de alguno de los cuatro Evangelios, proclamada por el sacerdote o el diácono. La Palabra se lee en Misa de un libro especial que se llama leccionario, este ordena de manera continua las lecturas que se proclamarán cada día. Entre semana normalmente no hay segunda lectura.

Otra de las cosas que debemos saber, es que las lecturas tienen un lugar especial desde donde se proclaman a toda la asamblea. Este sitio se llama ambón y es una especie de atril. Es un lugar especial, fijo, situado de tal forma que sea visible para todos, allí encontramos el leccionario. En el templo, el ambón ocupa un lugar muy especial, porque es como la mesa desde donde nos alimentamos de la Palabra de Dios.

Las lecturas son importantísimas, pues nos hacen escuchar la voz de Dios, nos orientan en la vida y sobre todo nos preparan para recibir el segundo banquete que es el Cuerpo de Cristo. Por eso, el lector no debe proclamarlas a la ligera. Si nos toca leer, debemos hacerlo de la mejor manera. Así que hoy, los seminaristas de Zacatecas queremos darte unas recomendaciones para que seas un buen lector:

  1. Lee la lectura antes. Esto ayudará a que tu comprensión y lectura sean mejores.
  2. Llega puntual y acércate al ambón en el momento oportuno.
  3. Cuida tu postura al leer. No tengas una postura rígida, relájate, pero con una actitud respetuosa.
  4. Mantén una distancia adecuada con el micrófono para que pueda escucharse bien.
  5. Comienza solo cuando exista absoluto silencio y la atención de la asamblea.
  6. Lee clara y pausadamente. Eso ayudara a que la asamblea sigua la lectura.
  7. Mira a la asamblea antes y después de leer y al final, di: «Palabra de Dios».

Ponerse nervioso es normal, pero, ¡ánimo!, con el tiempo mejorarás.

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