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Jesús se revela a los sencillos | La Epifanía del Señor

Hoy celebramos la Epifanía de Señor, es decir, la manifestación o revelación de Jesús a todas las naciones. En el evangelio (Mt 2, 1-12) escuchamos el relato de aquellos magos que, guiados por una estrella, venían buscando un niño. En los magos vemos representados a todos los pueblos de la tierra, que ven la gloria de Dios hecho hombre. En el evangelio hay tres grupos de personajes: los magos, los escribas y sumos sacerdotes, y el rey Herodes; además, las actitudes de los magos: ver la estrella, caminar, y ofrecer regalos. Descubramos primero las características de los personajes.

Los magos. El evangelista no nos explica sus nombres, ni su edad, ni su pueblo de origen, mucho menos su religión, por lo tanto al ser extranjeros no conocen al Dios de Israel, ni son parte del pueblo elegido.

Los escribas y sumos sacerdotes. Ellos son los guardianes de la fe. Viven su religión pero no buscan la verdad. Conocen dónde nacería el Salvador pero ninguno de ellos acude hasta allá. Se dedican simplemente a adorar a Dios en el templo, y olvidan que el Misterio de Dios va más allá del templo, y que Él va abriendo caminos para que sus hijos reconozcan al Salvador. Ellos nunca aceptarán que Jesús es el Hijo de Dios.

Herodes. El rey poderoso y egoísta que ve en Jesús una amenaza a su reinado y a su crueldad. Hará hasta lo imposible por quitar a Jesús de su camino. Por eso, este poder de injusticia y esclavitud, solo puede buscar la muerte, quitar o eliminar a quien trae la liberación.

En estos tres grupos de personajes entramos cada uno de nosotros. Los primeros son aquellos que buscan a Dios al ver sus manifestaciones, se ponen en camino, y al encontrarlo le ofrecen lo que tienen. Los segundos son los que viven solamente apegados a su comodidad, a sus seguridades materiales o espirituales, que tratan de vivir bien, pero que no se comprometen a reconocer a Jesús como su salvador y por lo tanto a vivir el mandato del amor. Los terceros son aquellos a los que su soberbia, egoísmo y “mucho saber” no los dejan reconocer a Jesús como su Dios y salvador, Jesús se les hace muy poca cosa, y más aún, lo que Jesús les pide es un obstáculo para sus planes y pensamientos, por eso deciden eliminarlo de su camino. No olvidemos que Dios se revela solamente a los que, guiados por pequeñas luces, son una esperanza para todos los que les rodean.

Para nosotros católicos que reconocemos a Jesús como nuestro Dios y Salvador, nos ayuda en nuestro camino de fe seguir las actitudes que tienen los magos: ven la estrella, caminan, y ofrecen sus regalos.

Ver la estrella. Las estrellas las encontramos en el cielo, y para verlas es necesario levantar la mirada. En nuestra vida cristiana muchas veces nos contentamos con mirar al suelo: nos basta tener salud, algo de dinero, diversión, y “cumplir” con Dios yendo de vez en cuando a misa. Los magos no se contentaron con vivir al día, comprendieron que solo se puede vivir realmente si se tiene una meta muy alta: Dios, y por eso es necesario voltear siempre hacia “arriba”. Dios no promete recompensas materiales, pero garantiza la paz y da una “inmensa alegría” como la que dio a los magos.

Caminar. Para encontrar a Jesús es necesario caminar. Y el caminar exige que nos quitemos los pesos inútiles, la comodidad y materialismo, que son un estorbo para que el hombre sea plenamente libre. Jesús se deja encontrar por los que lo buscan, pero es necesario caminar, y caminar exige deshacernos de las cargas inútiles. Los que encuentran a Jesús descubren su amor, su ternura, y se encuentran consigo mismos.

Ofrecer. Cuando los magos encuentran a Jesús, hacen como él: dan. Jesús da la vida, la plenitud y la paz. Nosotros, como el Señor, debemos dar gratuitamente, sin esperar nada a cambio. Hacer el bien cuando nadie nos lo pide, cuando no ganamos nada, incluso cuando no nos gusta. Miremos nuestras manos, a veces vacías de amor, y tratemos de hacer hoy un regalo gratuito, sin esperar nada a cambio, y presentemos al Señor esa buena obra, para ser corresponsables con la bondad que Dios ha tenido hacia nosotros.

Pidamos al Señor que nos haga redescubrir el valor de dar sin esperar nada a cambio, porque ahí, en lo sencillo, podremos volver a ver la Epifanía del Señor.

Diego Ramón Camarillo Díaz

Segundo de Teología

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