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La Palabra de Dios | III Dom. Ord.

Con la intención de que todas las personas tengan un contacto más directo con la Palabra de Dios, el papa Francisco ha instituido el tercer domingo del Tiempo Ordinario como «Domingo de la Palabra de Dios». El Papa ha dicho que la Palabra de Dios no solo se debe escuchar durante la celebración eucarística, sino que tiene que ser celebrada en familia en cada uno de los hogares cristianos. Llama a cada cristiano ser verdaderos anunciadores de la Palabra, además de su lectura diaria, profundización y la oración con ella por medio de la Lectio Divina.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Hb 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el Verbo hecho carne. Quiso Dios, con su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad.

Jesucristo es la plenitud de la revelación del Padre. Él es imagen visible del Padre y quién le ve a Cristo ve también al Padre (Jn 14,9). Cristo habla las palabras del Padre y consuma la obra de la salvación que le fue confiada. En la liturgia, con la Palabra y los signos, se expresa el misterio de la salvación. En la acción litúrgica, Dios habla a su pueblo comunicándole su voluntad, y mediante Cristo sacerdote sigue anunciando el Evangelio.

Las lecturas bíblicas en las celebraciones litúrgicas generan vida por ser ellas misma Palabra de Dios, ellas penetran el corazón del hombre haciéndolo dócil a la voluntad divina (Cfr. Heb 4,12). La Palabra transforma la realidad de los oyentes orientando sus vidas hacia el encuentro con Cristo. Solo él es capaz de lograr un cambio en la vida de cada oyente ya que él conoce lo más íntimo del corazón. Él es la referencia de vida y de toda actividad litúrgica.

Es voluntad de la Iglesia que nunca falte la lectura de la Palabra de Dios en las celebraciones. Es decir, que siempre se proclamen de las maravillas de Dios a favor de su pueblo. A través de la proclamación de la Palabra también el hombre llega a comprender lo bueno que es Dios. La Iglesia proclama la Palabra de Dios para hacer memoria de Cristo, su esposo.

El desafío más grande de nuestra sociedad consiste en vivir la Palabra que predicamos. Entrar en contacto con la Palabra nos debe transformar llevándola a los lugares donde más falta hace (Mt 28,19). Esto exige que todos seamos discípulos-misioneros del Evangelio, escuchar con atención lo que Dios no dice, asimilar con un corazón dispuesto la Palabra, dar testimonio de ella y anunciarla con gozo y alegría.

Por José Guadalupe Corona Torres

Tercer año de la etapa configuradora

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