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La Sagrada Familia

En este domingo 30 de diciembre que celebramos a la Sagrada Familia de Nazaret, contemplamos no solo este maravilloso misterio, sino también la plena realización del plan de Dios para la salvación, pues necesario era que el Hijo de Dios se encarnara en el seno de María virgen para nacer de ella y así, siendo hombre como nosotros, alcanzáramos la dignidad de hijos de Dios como Él.  Ver en la Sagrada Familia Nazaret un ejemplo de vida para nuestras familias es deber de todos los cristianos, y de todos los que queremos que Jesús nazca, viva y actué en cada una de ellas, así como lo hizo en la Sagrada Familia.

Todos por el hecho de ser bautizados formamos una gran familia, la gran familia de Dios que es la iglesia. Es dentro de esta familia en donde ponemos en práctica todas las acciones, valores, obligaciones y deberes que como hijos de Dios tenemos que realizar a imagen de la Sagrada Familia.

Las Palabra de Dios ilumina la vida de nuestras familias. Así, por ejemplo, san Pablo, en su carta a los Colosenses (3, 12-21), nos da una guía que podemos aplicar nuestras familias. Esta guía nos enseña a vivir en el amor, en humildad, mostrando misericordia, fortalecernos en la unidad, en el perdón, pero sobre todo invita a los esposos y a los hijos a vivir en mutua comunión en relación con la persona de Jesús.

Vemos cómo toda familia cristiana debe tomar como ejemplo a la familia que se forma en el amor, en la sencillez, en la dificultad, en la oración y en la relación con el mismo Dios, es decir, a la Sagrada Familia de Nazaret.  Toda familia que toma como guía a la Sagrada Familia, es luz para los demás, y más que luz debe ser un medio grande de evangelización. Imitar la familia de Nazaret no solo debe ser un ideal sino que también es una posibilidad, es una invitación que Jesús hace para habitar en cada hogar y en cada familia que lo acepte.

Pidamos a Dios para que envíe a su Espíritu a todas las familias, este mismo Espíritu que siempre asistió a la Sagrada Familia de Nazaret en dificultades, en penas, en alegrías, y que la trasformó en la familia donde nació en el amor, donde nació nuestra salvación.

Así pues, cuando contemplemos a María y a José, agradezcamos por cada una de nuestras familias y pidamos que Jesús sea esa luz que las ilumine, que sea ese amor que llene de bendición a cada hogar.

Iván Rodríguez Mandujano

Tercero de Teología

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