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IV Domingo Ordinario

“Antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí”. Jeremías 1,5.

En este domingo se nos presentará la acción de Jesús en Nazaret, su pueblo, en medio de sus conciudadanos.  Al mismo tiempo que leemos también al profeta Jeremías que desarrollará su acción profética en medio de su pueblo, clara figura de Jesús.

Si vamos al texto de Jeremías 1,4-5. 17-19. Nos encontraremos de lleno con la narración casi sugestiva e impresionante  de este profeta por parte de Dios.  Donde Dios le mostrará cuál es el papel que es llamado a desempeñar dentro de su pueblo. Veamos que Jeremías es un muchacho, un joven que es sacado de entre todos, elegido para ser su profeta ante el pueblo y ante las naciones.  Por eso el Señor le dice que lo ha escogido desde antes de ser formado en el seno materno.  ¿Para qué lo ha llamado?  Para constituirlo en voz profética que se alzará contra todas las cosas que su pueblo hace y Dios detesta, es decir, de la corrupción que vive en sus corazones y que los lleva a actuar mal a los ojos de Dios, les reclamará también su carencia de fe ante un Dios que siempre se ha mostrado y al cual no han sabido descubrir ni confiar en Él. Hablará contra las alianzas políticas que hacen y que van llenas de  desconfianza en Dios y llenas de confianza en sí mismos, mismas que al final los llevaran al destierro.

Por eso, ante  la misión que puede carcomer al profeta por lo duro de sus palabras al pueblo, Dios le ha dado su fuerza, porque dirá solo sus palabras.  El mismo Señor lo sostendrá, te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo (v19).  Tendrá que llevar la dura tarea de sobrellevar a un pueblo duro de corazón, pero recordemos que él siempre se mantendrá fiel a su vocación y enfrentará con firmeza todo tipo de adversidad y violencia en su contra. Dios lo hace fuerte, su fe, su entrega, son sostenidos por Dios.

Por su parte, el Evangelio de hoy es continuación del domingo anterior. En él encontramos el pasaje donde Jesús hace la aplicación del texto que ha leído del profeta Isaías, donde se nos dice que posee el Espíritu de Dios, que lo ha ungido y lo ha enviado a…  Les quiere hablar de que ya es el presente donde Dios actúa,  que lo anunciado por Isaías ya se cumple en Él. Ha llegado el tiempo de la Buena Noticia, ha llegado el tiempo de la salvación.  Nos encaminamos a lo que hoy en este domingo se nos invita a descubrir.  Entusiasmados los participantes también se preguntan por su origen, ya lo conocen. A lo que Jesús dice que todos honran a un profeta, menos los de su tierra.  Lo cual da origen a traer a la mente lo sucedido a los profetas Elías y Eliseo. Al recordarles a Elías el profeta de Dios, les dice que fue enviado por Dios a remediar la necesidad de una viuda extranjera, de Sarepta.  No perteneciente al pueblo de Israel. Y El profeta Eliseo que por su medio Dios curo a Naaman, extranjero también, de Siria. Pero hace notar que ellos obtuvieron el favor de Dios por su fe, por su confianza en Dios. Por eso Dios actuó a favor de ellos. Y  ante ellos no puede haber ningún milagro debido a su falta de fe. Solo existe curiosidad, quieren ver prodigios como si se tratase de un capricho que Jesús tiene que cumplir.  La reacción a las palabras de Jesús son de completa desaprobación, ya no hay cordialidad, dice el Evangelio que se llenaron de ira. Ahora hay una reacción violenta contra Jesús. A tal grado que lo sacan y quieren matarlo, despeñándolo. No gustó a los asistentes a la sinagoga que Jesús les echara en cara su falta de fe. No tienen lo que Dios quiere para actuar, no hay sencillez, confianza, humildad, no hay fe, que es lo que Jesús pide a todos los que se acercan a Él. Luchará contra la corriente, ante un pueblo de cabeza dura que no quiere hacer caso a su llamada a la conversión y menos a escuchar su palabra. Es el dolor de todo profeta, ser despreciado, maltratado hasta por los suyos. Dirá San Juan: vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Al igual que Jeremías, Jesús tendrá que enfrentar con la fortaleza de su Padre las dificultades de su misión, toda su confianza está en Él. 

Al ver todo esto, el actuar de Jeremías, el actuar de Jesús, ¿qué es lo que necesitamos nosotros retener y recordar? Saber que como bautizados y como hombres de fe, también tenemos que anunciar aun en tiempos difíciles la Palabra de Dios. Que también encontraremos oposición. Que todo cristiano que quiera dar testimonio de su fe, de su confianza en Dios, de su testimonio de vida, que se opone de forma tenaz a la injusticia, a los desórdenes, a las incongruencias, a los modos de vida de un mundo que no escucha ni vive la Palabra, ya sabe lo que le espera: ser rechazado, desprestigiado. Que ante la sinrazón de los demás, hasta los de nuestra familia, sepamos que también Dios nos dice como al profeta: no les tengas miedo…diles que yo te mando…yo estoy contigo (Jr. 1,8). Nos toca llenarnos del amor de Jesús, que es de una manera incomprensible para un mundo que solo piensa en sí mismo. El amor presentado para nosotros como camino a recorrer. El amor que tiene que ser el distintivo del creyente ante nuestro mundo.  Seamos miembros de Cristo profeta, no solo para anunciar el futuro, sino para hablar en nuestro mundo del Dios del amor, donde seamos los que caminemos interpretando nuestra historia desde los ojos de Dios. Así vivamos con valentía y firmeza su Buena Noticia en la vivencia de nuestra vida con fe y confianza en Dios que salva. Recordemos que sin la fe es imposible agradar a Dios. Que para escuchar su Palabra y acercarnos  a Jesús lo que nos pide es tener fe.