La vivencia de la Semana Vocacional consiste en compartir nuestra propia vocación, misma que es impulsada de la experiencia personal que se tiene con Cristo y del gran deseo de seguirlo, ir tras sus huellas, caminar junto a Él para llegar a ser signos de esperanza para el mundo.
Es de considerar, que en esta semana se promueven las vocaciones compartiendo nuestra propia experiencia vocacional, dando a conocer el estilo de vida que conlleva el seguimiento de Cristo. En este sentido, la semana vocacional se vive conviviendo con los sacerdotes y la comunidad parroquial, en el que se comparte nuestra experiencia cristiana en las diferentes actividades que se llevan a cabo.
En cada etapa de nuestra formación, Cristo nos sigue llamando e impulsando para una misión capaz de dar razón de nuestra esperanza (cf. Pe. 3, 15) y trasmitir a las nuevas generaciones la llama viva del amor de Dios; Él, día a día, nos invita a ir consolidando nuestra vocación con la fuerza de su Palabra, en la vida comunitaria y en los sacramentos, de manera especial en la Eucaristía. Por eso, Cristo hoy, como siempre, sigue suscitando los corazones de muchos jóvenes a seguirlo; Él pasa a nuestro lado e inesperadamente nos toca, nos llama, nos interpela con su amor y nos invita a seguirlo. En Cristo, nuestra Esperanza, confiamos nuestra vocación, porque ante todo, la vocación es un don y un misterio.
Hoy, la comunidad cristiana, desea ver en sus jóvenes el deseo de ser sacerdote de Cristo para la Iglesia; por eso, son necesarios testigos valientes que vivan la fe a imagen de Cristo Pastor, quien apacienta amorosamente a sus ovejas. Es precisamente, en esta semana vocacional en la que muchos jóvenes tienen la oportunidad de poder escuchar su voz por medio de la fe, la esperanza y la caridad, que Dios ha infundido en sus corazones. Dios ya los ha elegido desde la eternidad a formar parte del misterio del sacerdocio ministerial; sólo falta aquella respuesta generosa y operante de parte de quienes ha hecho este llamado. ¡Ya es tiempo propicio de seguirlo y llegar a ser fieles pescadores de hombres para Dios y para la Iglesia!