“Dales señor el eterno descanso…
Después de celebrar y recordar a todos aquellos que están ya en la presencia de Dios, la Iglesia triunfante. La Santa Madre Iglesia, el día dos de noviembre, nos da la oportunidad de recordar y orar por todos nuestros difuntos, que nos han precedido en el sueño de la paz.
Como sabemos hay tres estados de la Iglesia: la Iglesia triunfante, la Iglesia purgante y la Iglesia militante. Hoy la Iglesia militante –que somos todos nosotros- ofrece sus actos de piedad: Misas, Rosarios, oraciones, limosnas, sacrificios, etc. por la Iglesia purgante, aquellos que ya han muerto y que esperan ser purificados de sus pecados y resucitar un día junto con Cristo; como nos dice san Pablo: «hermanos no queremos que estéis en la ignorancia respecto a los muertos, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. El mismo Señor bajará del cielo con clamor, acompañado de una voz de arcángel y del sonido de la trompeta de Dios. Entonces, los que murieron siendo creyentes en Cristo resucitaran en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en las nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires, y así estaremos siempre con el Señor» (1 Tes 4, 13. 16 – 17).
Junto con esta tradición tan antigua de la Iglesia Católica, el orar por sus fieles difuntos, se ha mezclado con una de las tradiciones igual de antiguas e importantes de los prehispánicos: la adoración a la muerte y por consecuencia el culto a los muertos. A la llegada de los primeros cristianos para evangelizar estas tierras, quienes vieron tal acto, decidieron no suprimirlo ni ultrajarlo de la vida de sus practicantes, sino mas bien enriquecerlas con el sentido cristiano, añadiendo el Crucifijo con la explicación de que al igual Cristo participó de la muerte y nos hará participes también de su resurrección; así como significar los elementos que tiene el altar de muerto; como la luz, que representa nuestra fe y espera en la resurrección, las flores como forma de aprecio hacia quien estamos recordando; la tierra, que nos recuerda que retornaremos hacia ella… y así teniendo una concepción más cristiana del altar de muertos.
De igual modo el ir al panteón y llevar flores es signo del afecto y cariño que se tiene hacia la memoria de quien sus restos descansan ahí, sirviendo también para elevar una oración a Dios por nuestro ser querido y por todos los difuntos para que pronto alcancen el perdón de sus pecados y lleguen a gozar de la mirada de Dios.
Estas ocasiones deben de servir, además de hacer oración por nuestros difuntos, también para cuestionarnos y enseñar a nuestros niños, sobrino y a toda la familia sobre el sentido de la muerte… Ante la muerte de un ser querido ¿Qué cosas Dios nos dio por medio de aquel que ya descansa? ¿Cómo he reaccionado ante su partida?… ¿a dónde vamos después de morir? ¿Cómo estoy preparado para la muerte?