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DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

La misericordia del Señor es terna. Aleluya

Hemos acompañado a Nuestro Señor Jesucristo durante su Cuaresma y, especialmente en el triduo pascual, donde hemos vivido junto con Él, su Pasión, muerte y resurrección. El domingo pasado celebramos con alegría el día del triunfo del Señor; fiesta que se prolongará por cincuenta días, hasta celebrar la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia de Jesucristo, el día de Pentecostés.

Pues bien, hoy estamos celebrando, en este segundo domingo de Pascua, nada más ni nada menos que la Gran Misericordia de Dios, manifestada a nosotros en Cristo. Hoy, la Palabra de Dios nos ha recordado en el Salmo responsorial que La misericordia del Señor es terna. Por tal motivo Dios nos invita a acercarnos a Él con confianza, para dejarnos amar y para amarlo, con todas las fuerzas de nuestro corazón, ya que Él nos hace capaces de ello. Además, esa es nuestra vocación, la del amor. Y, puesto que es eterna, siempre encontraremos comprensión, ayuda, perdón, misericordia en Él. Sólo nos pide que nos acerquemos totalmente arrepentidos y deseosos de amarle más y también a nuestros hermanos, por amor suyo.

Pero ¿qué es la Misericordia? La misericordia es una virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos. Y como atributo divino se refiere a la virtud de Dios de perdonar los pecados y miserias de los hombres.

En la historia reciente en la Iglesia, Nuestro Señor Jesucristo quiso invitar expresamente al mundo a recurrir a su divina Misericordia, por medio de una religiosa Polaca. Sucedió que el 22 de febrero de 1931, Jesucristo se apareció a Santa María Faustina Kowalska, ella escribió este evento tan especial en su Diario espiritual:

 “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena de temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús en Ti confío. Deseo que ésta imagen sea venerada primero en tu capilla y [luego] en el mundo entero.” (Diario 47).

“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia.” (Diario 299)

Como podemos ver, la Fiesta de hoy es toda ella de paz (la paz esté con ustedes, como escuchamos en el Evangelio), de alegría, porque la gran misericordia del Señor es eterna, y no de temor, sino de amor. Así como Jesús nos ama, así desea ser amado por nosotros en nuestros hermanos.

Que las festividades pascuales que estamos viviendo, nos llenen de alegría y de esperanza en el Señor y que seamos para el mundo, verdaderos testigos de Cristo Muerto y resucitado, y apóstoles de la Misericordia. Así sea.