Categories: Sin categoría

DOMINGO XIX DE TIEMPO ORDINARIO

«Jesús le tendió la mano»

En este domingo, al igual que el Profeta Elías (1Re.19, 9) y que Jesucristo, Nuestro Señor (Mt.14, 23), nos hemos acercado al monte santo, al espacio de Dios, al Templo, para escuchar su Palabra y fortalecer  nuestra fe. ¡Es domingo! ¡Y domingo de vacaciones! Tiempo de encuentro con la naturaleza, así lo vivió el profeta Elías en el Monte Horeb. Tiempo de agua, mar y balnearios; hoy vemos a Jesús en el lago confirmando en la fe a sus Apóstoles (Mt.14, 25).

A la luz del Evangelio que hoy escuchamos, podemos profundizar en dos afirmaciones que nos ayuden a hacer vida en nosotros la Palabra de Dios, en nuestro ambiente existencial. Lo primero es acrecentar en nosotros la confianza en Jesús, que al igual que a San Pedro; siempre nos tiende la mano cuando lo necesitamos. Y lo segundo: asumir nosotros tal actitud de Jesús; estar pronto para socorrer a quien nos pide auxilio.

1.- “Inmediatamente Jesús le tendió la mano” (Mt.14, 31)

Pedro…comenzó a hundirse y gritó: “Sálvame Señor”. Son palabras que expresan el sentir del corazón de Pedro, en ellas se ven reflejadas las intenciones de la Iglesia, de nuestras familias y de cada uno de nosotros en particular. Ante la angustia, el miedo y las preocupaciones, que a veces, llegan a nosotros, no lo pensemos dos veces: acudamos a Jesús. Él viene a fortalecer nuestra fe.

Es realmente significativo como el Evangelista San Mateo, describe la actitud-respuesta de Jesús, ante la petición de Pedro: “Inmediatamente Jesús le tendió la mano”. Resaltemos dos cosas: la reacción inmediata de Jesús y su acción muy concreta y eficaz. Jesús no permitió que pasara el tiempo y brinda su ayuda tendiendo su mano.

2.- Mi mano que ayuda al hermano

Ahora una invitación para hacer nuestra la actitud de Jesús. San Pablo así lo asumió también; Él quiere ayudar a todos los hombres y se lamenta con infinita tristeza la actitud de los israelitas, por no acoger a Cristo y su mensaje (Rm.9, 1-5), esto en la segunda lectura que hoy escuchamos. Somos discípulos de Jesús, por tanto, hemos de asumir sus sentimientos y hacer nuestra su misión. 

Los cristianos, hemos de tender la mano a quien se hunde en la desesperanza, ante la fragilidad de las estructuras sociales. Tender la mano ante quien se hunde en el mar del secularismo. Tender la mano, ante quienes padecen los embates de las fuertes olas de los vicios. Tender la mano ante quien navega solamente en la red del mundo virtual y que hace a un lado su vida personal. Podemos motivarlos, ayudarlos y rescatarlos. 

Hoy en este tiempo, en que celebramos los primeros Ciento Cincuenta Años de nuestra Diócesis, tendamos la mano al hermano para dar una caricia, para brindar un saludo, para rescatar del fango, para liberar de la esclavitud del tener. Alegrémonos, Cristo viene al encuentro de la Iglesia, de cada uno de nosotros y nos ofrece su mano. Hagamos también nosotros lo mismo, con quien requiere de nuestra ayuda. 

La Eucaristía es encuentro personal con Jesús, que Él nos de la fuerza para salir al encuentro del hermano. ¡Que nuestra Madre María interceda por nosotros!