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EL BAUTISMO DEL SEÑOR

1lec. Isaías 42,1-4. 6-7.

2lec. Hechos de los Apóstoles 10,34-38.

Lucas 3,15-16. 21-22.

‘’Él los bautizará en el Espíritu Santo…’’ 

Después de haber celebrado el misterio de la Navidad, acontecimiento que se refiere a la encarnación de Jesús en nuestra historia, en este domingo las lecturas que nos presenta la liturgia se refieren al acontecimiento del bautismo del Señor. Acontecimiento que da a conocer a Jesús como el Ungido por el Espíritu, lleno de Dios para anunciar la Buena Nueva de la salvación a todo hombre.

 La lectura del Antiguo Testamento que nos presenta Isaías, corresponde al primero de los llamados cánticos del Siervo, el cual habla de las palabras que Dios pronuncia acerca del siervo que ha elegido; es a quien Él ha elegido, es a quien sostiene y en el que ha puesto sus complacencias. En este siervo también ha depositado su Espíritu. Dios mismo es quien lo fortalece porque este siervo será el que por su medio salvara a muchos, su entrega, su sacrificio valen la salvación. Será fuerte como la roca, soportará todo sufrimiento, su presencia no será para oprimir o destruir. Más aun, actuará con firmeza con la fuerza de Dios, su actuación estará marcada por la justicia y el derecho. A este personaje Dios lo ha marcado con su Espíritu y lo ha hecho causa de salvación. 

 Las palabras de Isaías, resonarán con fuerza, ya que su mensaje y el actuar verdaderamente de este personaje se cumplirán en Jesús de  Nazaret, porque en la infinita misericordia de Dios y por puro amor, envió a su Hijo porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt. 1,21). Así, el pueblo esperaba la manifestación de Dios y permanecía en espera, llegando a pensar que por la forma en que Juan el Bautista predicaba y ofrecía un bautismo de arrepentimiento, él era el Mesías. Aquí es claro el testimonio del bautista: viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él  los bautizará en Espíritu Santo y fuego.

 Por eso las palabras que resuenan en el acontecimiento del bautismo de Jesús, son la plenitud de las palabras del profeta Isaías: se abrió el cielo, bajó sobre Él el Espíritu Santo y la voz del cielo que dijo, tú eres mi Hijo, yo te he engendrado.  Aquí Jesús asumirá la misión de Siervo de Yahvé, una misión mesiánica. La Lectura de los Hechos de los Apóstoles dirá que Dios ungió, con el Poder del Espíritu Santo, a Jesús para cumplir su misión salvadora.

 El acontecimiento del bautismo de Jesús nos lleva a pensar también en nuestro propio bautismo, ya que como se nos enseña desde el Magisterio de la Iglesia, es  el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos (Cf. CEC 1213).

 Es importante saber que por medio del bautismo, que en su momento todos hemos recibido, hemos sido liberados del pecado, también hemos llegado a ser hijos de Dios, por el bautismo llegamos a ser miembros de Cristo, nos incorporamos a su Iglesia y por tanto a su misión. Lo que sucede en el bautismo de Jesús sucede en nuestro propio bautismo, que bien que seamos testigos de la vida que Cristo nos da, que seamos más conscientes de nuestro bautismo, de nuestro ser cristiano. 

 A nosotros nos corresponde ser testigos de Cristo en nuestro mundo, es decir dando testimonio de lo que Dios ha hecho de nosotros. Que no olvidemos el significado de nuestro bautismo, que le demos vida y vigor, porque también se nos ha dado el Espíritu Santo. Si recordamos lo que significa, sabremos lo que debemos hacer desde lo personal, desde la familia, para bien de nuestra sociedad. ¡Compartamos la alegría de ser de Cristo!