Características del Curso Introductorio
«“Maestro, ¿Dónde vives?” Él les respondió: “Vengan y lo verán”» (Jn 1, 38-39)
La finalidad y la forma educativa del Seminario Mayor exigen que los candidatos al sacerdocio se adentren en él con una preparación previa; por ello, antes de iniciar los estudios eclesiásticos se cursa el Curso Introductorio, cuya duración no es menor de un año, y en el cual se admiten únicamente aquellos candidatos que hayan vivido un proceso previo de acompañamiento, discernimiento, formación y selección vocacional. Esta etapa propedéutica también se aprovecha para una conveniente nivelación académica y cultural de los alumnos.
Concretamente se habla que los objetivos del Curso Introductorio son: proporcionar a los aspirantes al sacerdocio ministerial, una intensa formación humana y espiritual centrada en el misterio de Cristo y la Iglesia, profundizar en el discernimiento vocacional en una vivencia comunitaria que integra a los candidatos provenientes de orígenes diversos, iniciarse en la experiencia pastoral y en el conocimiento de la Iglesia local. Así como adquirir una visión global de los objetivos y contenidos de toda la formación sacerdotal.
Perfiles de ingreso al Curso Introductorio
– Criterios de admisión al Curso Introductorio. Para aceptar a un candidato al Curso Introductorio, sígase los siguientes criterios:Dimensión humana:
– Salud física y psíquica, avalada, en caso necesario, por estudios clínicos y psicológicos previos.
– Equilibrio de juicio proporcional a la edad.
– Personalidad suficientemente clara desde el punto de vista relacional.
– Identidad psico-sexual masculina claramente definida.
– Recta conciencia moral.
– Razonable asimilación de su realidad familiar e integración a ella.
– Suficiente capacidad de relación de acuerdo a la edad.
– Apertura y disponibilidad para la formación sacerdotal.
Dimensión espiritual:
– Experiencia inicial de fe, de cercanía y de familiaridad con Dios. Esto implica la conciencia de la vocación bautismal y, por lo tanto, de la identidad discipular y misionera del cristiano.
– Percepción inicial del llamado de Dios y deseo de seguirlo en el ministerio presbiteral.
– Rectitud de intención en el discernimiento de la vocación.
– Signos de que se busca la vocación sacerdotal para dedicarse al servicio de los demás en la Iglesia, y no como una fuga a experiencias humanas fallidas o como la búsqueda de protagonismo social o eclesial, o de un modo cómodo de vida.
– Disposición inicial para abrazar el celibato sacerdotal, la cual deberá ser cultivada y madurada a lo largo del proceso formativo.
Dimensión intelectual:
– Haber concluido los estudios de Bachillerato o equivalente y contar con el documento oficial que avale dicha conclusión.
– Coeficiente intelectual suficiente para enfrentar satisfactoriamente los estudios universitarios.
– Ausencia de graves dificultades de atención y aprendizaje.
– Cultura general básica de acuerdo a la edad y etapa escolar.
– Conocimiento mínimo de la doctrina cristiana.
Dimensión pastoral:
– Experiencia de Iglesia madurada en el contexto de una parroquia o de alguna otra realidad eclesial.
– Una experiencia apostólica al menos incipiente.
– Signos de un sincero interés y amor por la misión apostólica de la Iglesia.
El Curso Introductorio, con el que inicia el itinerario formativo del Seminario Mayor, recibe a aquellos jóvenes que, habiendo terminado sus estudios a nivel medio superior o la etapa del Seminario Menor, aspiren a la formación sacerdotal. Ingresan, por tanto, solo a quienes hayan hecho una opción personal, aunque inicial, por Cristo en el sacerdocio ministerial, después de un oportuno acompañamiento y discernimiento vocacional.
Perfiles de egreso del Curso Introductorio
El camino de formación dentro de esta etapa pide que los seminaristas, cosechen las virtudes que estuvieron trabajando a fin de que, conforme avancen en su camino vocacional, cada vez más aparezca en ellos los rasgos sacerdotales de Cristo, el Buen Pastor.
Dimensión humana. Al concluir el Curso Introductorio los seminaristas habrán iniciado un proceso de maduración e integración de la propia personalidad, a partir del crecimiento en la verdad y la sinceridad, el auto-conocimiento, la auto-aceptación, la maduración afectivo-sexual, la asimilación de la propia historia y de la realidad familiar, el auto-cuidado integral y el desarrollo de las actitudes que permiten establecer sanas relaciones interpersonales e integrarse activa y constructivamente a la vida comunitaria. Asimismo, los seminaristas habrán desarrollado hábitos elementales que les permitan seguir madurando en las cuatro dimensiones formativas.
Dimensión espiritual. Se espera que al concluir el Curso Introductorio los seminaristas hayan vivido una profunda experiencia de reiniciación cristiana y emprendido un camino kerigmático-catequético-mistagógico que les permita irse consolidando paulatinamente como discípulos misioneros que van madurando en el amor a Cristo y a la Iglesia, a partir del encuentro con el Señor, la conversión, el amor y la escucha de la Palabra de Dios, la personalización de la fe, la vida litúrgica-sacramental, la docilidad a la gracia, la oración, el acompañamiento espiritual, una sólida piedad mariana y un serio discernimiento vocacional.
Dimensión Intelectual. Los seminaristas egresados del Curso Introductorio habrán alcanzado una nivelación cultural que les permita afrontar los estudios filosófico-teológicos. Por lo tanto, se habrán afianzado en un método de estudio, en el hábito de la lectura, la comprensión, la reflexión, la expresión y la redacción, así como en la adecuada disciplina y organización personales que les faciliten un estudio eficaz.
Dimensión pastoral. Al concluir el Curso Introductorio los seminaristas comprenderán el apostolado como una dimensión intrínseca de la vida cristiana, habrán adquirido un conocimiento elemental de la Iglesia local y se habrán iniciado en la experiencia pastoral.
Fuente: Normas básicas para la formación sacerdotal en México, OSMEX
Patrono
El apóstol san Pablo es el patrono del Curso Introductorio Diocesano del Seminario Conciliar de Zacatecas. Quien en un primer momento fue cuestionador y opresor de los cristianos encontró la Vida, pero no sin antes sufrir. Como muchos de nosotros, Jesús lo hizo caer de su orgullo y autosuficiencia para después ver con claridad la verdad del mensaje de Jesucristo. Conoció el amor de Dios a través del dolor.
Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. En la carta a los Gálatas dice: «Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago. Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: «El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir». Y glorificaban a Dios a causa de mí».
Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.
Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.