Con anhelante espera Zacatecas se apresta a recibir al pastor que, con suave cayado apacentará las ovejas de estas tierras. Apenas comenzaba el mes de agosto cuando se anunciaba que Mons. Sigifredo Noriega era ya nuestro Obispo, y qué gozo sentimos con tan gran noticia. En realidad es una bendición, una gracia divina dada a ésta nuestra Diócesis, precisamente en el momento en el que la barroca y austera Iglesia de Zacateas se encamina a celebrar 150 años, aunque, a decir verdad, la fe recia de nuestras tierras se plantó hace mucho más y de aquí fue llevada a otras cepas, por eso la señorial Zacatecas fue nominada «Evangelizadora del Norte».
D. Ignacio Mateo Guerra fue el primero en confirmarnos en la fe y ahora viene de Ensenada, que pareciera lejana pero que la fe nos hace cercana, un hijo de la tierra sonorense a la que un día Zacatecas dio uno de los suyos: D. Vicente García. Es D. Sigifredo Noriega Barceló el Obispo para nosotros, el Obispo para nuestro tiempo, nos pertenecemos.
Para el Seminario de Zacatecas recibir a nuestro Obispo es gozo y alegría, pues recibimos al pastor, al padre y al amigo. El Obispo es el primer responsable del buen funcionamiento del Seminario, el primer responsable en la Diócesis de la promoción de las vocaciones al ministerio ordenado. También a él corresponde reconocer como auténtica la llamada interior del Espíritu. Se dice del Seminario que es «el corazón de la Diócesis», por consiguiente al Obispo corresponde hacer funcionar el corazón para que la fe pueda ser bombeada a todo el pueblo de Dios. Confiamos en que D. Sigifredo con mano sabia seguirá guiando nuestra centenaria Institución.
Con esta esperanza el Seminario unido a la Iglesia Diocesana saluda a su hermano Sigifredo, y tiende la mano a Ensenada con el corazón abierto. La cita es el 2 de octubre en la Barroca Catedral zacatecana, donde llenos de algazara entonaremos cantos regios al adalid zacatecano.
«Ite in vineam meam» (Vayan a mi viña). Esta es tu viña que se agobia de racimos, racimos de uvas que son para un vino de amor. ¡Bienvenido! Mons. Sigifredo Noriega Barceló.