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FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

«Vayan y bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»

Esta solemnidad sintetiza todas las fiestas y celebraciones del año litúrgico, en efecto, al meditar en el misterio de la Santísima Trinidad nos encontramos en el centro de la doctrina cristiana, el misterio por excelencia, la fuente y el culmen de todos los otros misterios cristianos. La fe en un Dios Uno y Trino es lo que caracteriza y singulariza la fe cristiana, es la gran novedad de la Revelación culminada en Cristo. 

Pues sólo por Cristo, por su misterio, es que tenemos acceso al misterio íntimo de Dios, hablar del Dios Trino no es fruto de una reflexión  del hombre, si nosotros podemos balbucear algunas palabras sobre el misterio de Dios, es porque Él ha querido mostrarse, desvelarnos algo de su vida interna. El único camino posible para conocer a la Trinidad es la Revelación, es decir, el maravilloso y amoroso auto-donarse de Dios en la historia de la salvación; en la creación claro, pero sobre todo en la persona de Jesucristo su Hijo nuestro Señor. Por eso si contemplamos la belleza de la creación podemos descubrir que es reflejo de la Belleza de Dios, si vemos la perfección de nosotros mismos podemos remitirnos a nuestro creador, pero este camino no es suficiente, pues necesitamos la ayuda de la Revelación, es decir, lo que Dios mismo nos ha dicho de Él sobre todo en la persona del Hijo y que el Espíritu Santo continuamente nos recuerda.

El misterio de Dios se sintetiza en una palabra: Amor, esta es la clave de la historia de la salvación. Por amor hemos sido creados y por amor hemos sido salvados y constituidos nuevas criaturas en Cristo. Dios es comunidad de amor, diálogo fecundo, vida en plenitud. Cuando el Padre envía al Hijo lo hace porque quiere comunicarnos su misma vida divina, hacernos partícipes de su amor. Antes que darnos algo, Dios se ha dado así mismo, Él y sólo Él es la gracia por excelencia. 

En nuestra vida cristiana acostumbramos orar a Cristo, la segunda persona de la Trinidad; algunas veces al Padre y muy pocas al Espíritu Santo, pero nuestra espiritualidad o es trinitaria o no es. El Padre ha enviado a su Hijo, que dando su vida nos ha redimido, el Hijo nos envío del seno del Padre al Espíritu Santo, la tercera persona, el cual nos recuerda la enseñanza de Jesús, interioriza y actualiza su misterio Pascual. Nada podemos sin la acción del Espíritu Santo, Don por excelencia. 

Esta solemnidad es la fiesta del Amor, del Dios amor, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, trinidad de personas, comunidad de vida, vida que se comparte. Nuestra fe en este Dios debe continuamente purificarse, el símbolo de la fe, que en unos momentos recitaremos, nos recuerda esta verdad primera y original: que nuestro Dios, es Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Iglesia, como la Trinidad está llamada a ser comunidad de amor, la unidad y el diálogo son don y tarea, don porque Dios es la fuente de estos regalos, pero es tarea porque todos los que formamos la Iglesia estamos llamados a construir comunidad a imagen de Dios trinidad que es perfecta comunidad de vida y amor. Por eso nuestra vida cristiana inicia en el bautismo, celebración trinitaria, hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, por eso nuestra espiritualidad cristiana es trinitaria o no es auténtica.