“Jesús es el Buen Pastor”
Estamos celebrando la gran fiesta de Jesús, que es nuestra alegría, el paso de la muerte a la vida, que es la pascua.
Hoy en este IV domingo de pascua la Palabra de Dios nos habla muy claro con la imagen de Cristo el Buen Pastor. Él mismo utiliza este ícono tan sencillo, pero lleno de un profundo significado. En concreto el Evangelio nos habla por una parte de las ovejas y por otra del Buen Pastor.
Primero las ovejas.
De alguna manera todos hemos visto ovejas y pastores. Pero la peculiaridad de estos carneros es muy especial. Son corderos que saben escuchar la voz de Dios. Estos animalitos al escuchar la voz del Pastor no temen seguirle, porque su instinto las hace sentirse seguros al lado de su guardián. De verdad es admirable la agudeza para escuchar que tienen estas ovejas.
Sin duda, que todos los cristianos somos las ovejas y Cristo es el Pastor. Sin embargo, es preciso preguntarnos ¿escucho la voz de mi Pastor que me habla o por otro lado soy indiferente?, ¿cómo puedo saber si escucho la voz del Pastor?, o por el contrario, ¿cómo sé qué no la estoy escuchando?
Las claves para saber si escucho la voz de Dios son éstas: como cristiano medito la Palabra de Dios en mi hogar, me esfuerzo por ir a Misa los domingos y estar atento a la Palabra que me habla, trato de poner en práctica la Palabra con el testimonio de una vida coherente.
Por el contrario, cuando no escucho la voz de Dios, me puede pasar que me dejo guiar por otras voces que no son la del Bue Pastor. Es decir, sigo las voces de los horóscopos que nos engañan, la voz de la televisión que me hace pensar en una vida materialista y sensualista o escucho la voz de mi egoísmo que me hace vivir fuera de Dios.
Segundo el Buen Pastor.
Cristo es, sin duda, el Buen Pastor y sólo Él. ¡Qué maravilla de Pastor tenemos todos los cristianos! Por un lado tenemos a un Pastor que conoce completamente a sus ovejas. Esto es admirable, Jesús como Pastor conoce todo mi ser y esto no nos tiene que dar miedo, al contrario absoluta confianza en Dios.
Porque Él conoce nuestras necesidades de cada una nuestras familias. Conoce los sufrimientos de las madres solteras. Conoce la debilidad de nuestro corazón, porque él mismo ha experimentado nuestra humanidad menos el pecado. Conoce nuestras alegrías, Él mismo se regocija con nosotros y a la vez también se compadece junto con nosotros.
Por otro lado, tenemos un Pastor que llega hasta los extremos: da la vida por sus ovejas para que no perezcan. Jesús no es un Pastor que se aprovecha de la lana y leche de sus corderos. Al contrario, lo da todo por ellas, es capaz de ir a buscar la que está perdida y curar a la que está herida. No sólo esto, es capaz y así lo hizo, de dar su vida por rescate de sus borreguitos. Esto es precisamente lo que recordamos en este tiempo de pascua, Jesús que dio su vida en rescate por todos los hombres.
Gracias a que Jesús entregó su vida por nosotros, toda la humanidad ha encontrado la vida perfecta. Esto se lo debemos a Cristo el Buen Pastor. Nadie más puede hacer lo que hizo Jesús por nosotros. Para Él todos somos iguales y nos ama de la misma manera, porque nosotros sus ovejas somos importantes.
En esta santa Eucaristía la Palabra de Dios nos invita muy en concreto a tener dos actitudes:
1.Ante todo, debemos ser ovejas, que escuchen sólo la voz de Cristo, que quiere lo mejor de nosotros. Y para poder escucharlo, tenemos que dejar de oír todos los ruidos extraños, que nos impiden seguir a Cristo Buen Pastor.
2.Debemos vivir plenamente confiados en Cristo Buen Pastor, porque Él nos conoce y sabe lo que nos hace falta. Tengamos plena fe que nunca nos dejará a la deriva.
Que Cristo sea nuestro alimento y que nunca nos alejemos Él, porque sólo Él es el Buen Pastor que nos lleva a los frescos pastos.
“Jesús es el Buen Pastor”