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JOSÉ, PRIMER FORMADOR DE LA HISTORIA

Jesús es el Único y Verdadero Sacerdote, su Seminario fue su casa y su formador José, por eso es patrón de los seminarios, porque bajo su cuidado y protección se formó el Primer y Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza.

A san José se le representa como un hombre de edad avanzada, su ancianidad se refiere a su sabiduría y prudencia, y no propiamente a su edad; su vida contemplativa no lo distrae de sus ocupaciones y realidades cotidianas, y su castidad es, en consecuencia, la lucha propia de un hombre joven y llena de vida.

Esa es básicamente la descripción de un buen formador de seminaristas: sabio y prudente, contemplativo, amante de las realidades del mundo, casto pero sin afectación, fuerte y alegre en la lucha y feliz de su vocación, a ejemplo de José que es un hombre de una gran personalidad y carisma, que sabe lo que quiere y lo hace: la voluntad de Dios; forma en la libertad y guía pero sin avasallar. Sabe acompañar y retirarse en esos momentos en los que Jesús debe decidir por sí mismo, sabe dejar crecer a su hijo y lo ayuda a madurar con afecto pero sin apegos.

 

Entonces dije: Aquí estoy

Un formador tiene como misión formar a los seminaristas en el discernimiento de su vocación, en la búsqueda de la voluntad con Dios.

No hay nada más atractivo que el testimonio apasionado de la propia vocación. No hay mejor formador de seminaristas que aquel que manifiesta con su vida que está enamorado de su ministerio sacerdotal. El servicio de José, silencioso quizás, su «aquí estoy» es contagioso, tiene fuerza. No tiene dudas, y si las hay, las entrega al Señor y su vida irradia fe; tampoco hay desaliento y, si lo hay, se apoya en el Padre del Cielo, y en María.

 

La mies es mucha pero los obreros pocos (Mt 9, 38)

Pero… ¿Qué hace falta para ser operario de esa mies, para ser sacerdote? Lo primero es ser elegido por Dios, ser llamado por la Iglesia, ser ayudado a discernir esa llamada. Pero sobre todo, lo que se necesita para ser sacerdote, es un corazón generoso.

Hoy, sí hay jóvenes solidarios que quieren conocer a Dios, pero hace falta comunicarles ese amor que nuestro Padre tiene para con todos. Necesitamos sacerdotes, por lo tanto, debemos ayudar a descubrir en las personas la llamada, estar atentos a las inquietudes de los jóvenes, no dejarlos ir con respuestas vacías y sobre todo, rezar, porque las vocaciones son don de Dios, si no entendemos esto terminaremos haciendo un partido político poniéndonos a nosotros de líder.

Termino con el himno que se reza en el oficio de lectura de la solemnidad de San José, el cual destaca su acompañamiento a la Virgen María y a Jesús el Salvador.

Custodio providente y fiel del Hijo,
amor junto al Amor doquier presente,
silencio del que ve la gloria inmensa
de Dios omnipotente.

Esposo enamorado de la Virgen,
la mente ante el misterio reclinabas,
rosal inmaculado que florece,
es obra del Señor a quien amabas.

Callada voluntad en Dios perdida,
amor hecho mirada de confianza,
fiel en el trabajo y en la prueba,
provéenos de amor y de esperanza.

Protege la asamblea de los justos,
reunidos en la fe, cuerpo de Cristo;
sé padre que nos lleve a nuestro Padre,
amor del gran Amor que nos da el Hijo. Amén. 

 

Del libro: Orar con… San José
De Cristina Gonzales Alba