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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Hoy en este Domingo celebramos el acontecimiento de la Ascensión del Señor a los cielos, que nos narra Lucas en el capítulo 24 de su Evangelio. Y donde ha presentado todo lo que Jesús hizo y enseñó. Lucas ha contado todo hasta que Jesús ascendió al cielo. Y de ahí continuará en su segunda obra que es el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es la obra de la Iglesia a la luz del Espíritu Santo. ¿Qué significa pues la Ascensión de Jesús, sobre todo para la vida del discípulo, de la Iglesia misma? a) 40 días después de haberse mostrado a los apóstoles. Los acontecimientos de la pasión y muerte, calaron hondamente en los discípulos.

Pero el acontecimiento más admirable de la resurrección llenó de esperanza a los que se fue revelando y dándoles numerosas muestras de que estaba vivo. Por eso cuarenta días después de la resurrección se hace ver y les habla del Reino de Dios en plenitud. Sobre todo que el acontecimiento de la crucifixión, su elevación en la cruz, era ya figura de su propia elevación hacia Dios su Padre. Jn. 12,32. b) Cristo subió a los cielos y se sentó a la derecha del Padre. En el credo de los Apóstoles, en el artículo 6 se nos dice: “Jesucristo subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso”. Jesús les hablaba a sus discípulos de subir al Padre. “Subo a mi Padre y vuestro Padre”.

Así como en un momento de la historia quiso hacerse también presente entre los hombres por medio de su encarnación, así también ahora llega el momento de ir al Padre. El es el que ha venido de lo alto, el que conoce al Padre, lo íntimo de Dios, el que habla las palabras del cielo. Es el que Salió de Dios y ahora vuelve a Dios. Al lugar que le corresponde como a Unigénito del Padre. Ahora esta vida junto al Padre, habla de que Jesús ha abierto el acceso del hombre a Dios. Es el primero en llegar, como la primicia de los resucitados. El estar a la derecha del Padre significa que participa y vive en la gloria y en el honor de la divinidad. La que tenía desde antes de todos los siglos. c) Desde entonces reina con su humanidad en la gloria eterna del Hijo de Dios. Lo hace con su cuerpo glorificado, su humanidad glorificada. El mismo que padeció y murió, es el mimo que resucitó y el que se hizo visible a los suyos.

Al reinar en el cielo entendemos que ya ha comenzado el tiempo del Mesías. El Reino para siempre de Jesús glorificado, es el vencedor de la muerte y todo le ha quedado sometido bajo sus pies. Es verdaderamente el Mesías Rey. Es el que estaba muerto y ahora vive para siempre. Vemos aquí cumplida la visión del profeta Daniel, que anuncia:” a Él se le dio el imperio, el honor y el reino y todos los pueblos y naciones le sirvieron. Su imperio es eterno, que nunca pasará y su reino no será destruido jamás”. 7,14. d) Intercede incesantemente ante el Padre a favor nuestro. Jesucristo en la gloria del Padre intercede en nuestro favor, ya que ha penetrado en el santuario mismo que es el cielo, santuario que no ha sido levantado por la mano del hombre. Heb. 9,24.

Ya que con nuestras solas fuerzas no hubiéramos podido tener el acceso a Dios. Se ha convertido en el único puente, en el único intercesor entre Dios y nosotros. Más aun sigue orando con su cuerpo que es la Iglesia, al Padre. Ofreciendo sacrificios de alabanza, de adoración. e) Nos envía su Espíritu Es el gran prometido para la comunidad. Es el Paráclito, el abogado. Es el gran don para la comunidad, es el constructor de esa nueva comunidad de discípulos. Es el don del Padre y del Hijo para la Iglesia, para nosotros los cristianos. Es el Maestro, el que nos enseñará todo y también el que nos recordará las enseñanzas de Jesús. Jesús decía a sus discípulos que es el que los conducirá a la verdad.

Esta será la fuerza de lo alto prometida por Jesús, para que sean verdaderamente sus testigos, y tengan así la fuerza de continuar en el mundo su misma misión. Los bendice, ellos se sienten felices y regresan a Jerusalén para el inicio de la misión. Aunque se aleja siempre estará con ellos, hasta el fin del mundo. f) Y nos da la esperanza de llegar un día junto a Él al lugar que no tiene preparado. El Señor Jesús ha dado inicio a esa gran aventura de ser discípulos, con su ascensión ha marcado el destino del creyente, de la comunidad. La meta final a la que está llamado. La manera es viviendo la propia misión de Jesús con la fuerza de su Espíritu.

Comienza ahora el actuar de la Iglesia, es ya su tiempo. Es el momento en que debe convertirse en testiga de la Pasión, Muerte y Resurrección y Ascensión de su Señor. Es ahora la que debe llevar el anuncio gozoso de la vida asistida por Cristo y su Espíritu Santo. La misión que se nos ha confiado no es fácil pero tampoco es imposible. Ayudados de Dios necesitamos: Ser con todo el corazón testigos de Cristo resucitado; que no desmayemos en llevar la Buena Nueva de Jesús a todos; que en nuestra vida comunitaria celebremos de forma viva los sacramentos que nos dan su gracia; que vayamos construyendo mediante el amor de Jesús un mundo más humano y cristiano. Todo esto con la Fuerza del Espíritu Santo, y sabiendo que Jesús estará con nosotros hasta el fin del mundo.