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FAMILIA, ESCUELA DE FE

Introducción

«Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (Jn 4, 16), la familia es centro y núcleo de toda sociedad, y con mayor razón lo es para nuestra Iglesia, ya que el matrimonio no solo es una institución civil, si no que es sobre todo una institución divina (Gn 1, 27), la cual por su naturaleza se convierte por sí misma en escuela de formación para los futuros cristiano. En la actualidad vemos con gran tristeza como la familia se ha desvirtualizado, se ha perdido la identidad de la verdadera familia, la trasmisión de los valores sociales, religiosos, en especial la fe, la cual en muchas familias ya no es difundida entre sus integrantes. La familia cristiana, como colaboradora de Cristo en la difusión del Evangelio, no debe de desfallecer ante las tentativas del mundo moderno, si no que más bien debe empeñarse con más fuerza en la educación y formación de los hijos, haciendo realidad lo que exclamaban aquellos primeros creyentes por medio de la fe,  «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4, 16), por tanto el amor que Dios tiene por la familia no debe quedar infecundo si no que debe prolongarse en los hijos, para que así por la gran misericordia y amor de Dios, vallan sucintado santas vocaciones para una buena sociedad y para nuestra Iglesia dentro de nuestras familias. 

TRANSMITIR LA FE

Cada hijo es una muestra de amor y confianza de Dios  para los padres de familia y el fin último de todo cristiano es la Santidad, la felicidad, por tanto para que nuestros hijos alcancen la Santidad debemos, primero que nada transmitir la fe, Pero ¿Cómo saber transmitir la fe a nuestros hijos? Veamos algunos puntos que nos ayudaran:

1. EL TESTIMONIO PERSONAL 

Hay que saber educar a nuestros hijos en todos los campos de la vida, aunque  educar no solamente es enseñar, sino más bien la transmisión de un mensaje de vida, Por eso los padres de familia en cuestión de la religión están llamados a transmitir la fe, el evangelio a sus hijos. Su Santidad Benedicto XVI ha explico en muchas ocasiones que los cambios profundos que se daban en la sociedad, en algunas instituciones o en personas, en particular eran causados por los grandes santos,  y no solo por aquellas personas sabias y poderosas. Por eso es preciso que los padres de familia comiencen en primer lugar a ser santos ellos mismos.

2. FAMILIA, AMBIENTE DE CONFIANZA Y AMISTAD

Tristemente en nuestra actualidad podemos ver a chicos y chicas sobre todo en su juventud y adolescencia que flaquean en su fe, cuando vienen algunas pruebas en la vida, debido a varios motivos: La presión de un ambiente paganizado, unos amigos que ridiculizan las convicciones religiosas, unos profesores que dan su punto de vista desde perspectivas ateas. Por estas razones y por muchas otras, los padres de familia tienen que facilitar la confianza con los hijos, dedicarles el tiempo necesario para conversar, al igual en este mismo ambiente de amistad el hijo poco a poco va escuchando hablar de Dios, de su amor y misericordia para la humanidad, haciendo suyos cada uno de los conocimientos recibidos. 

3. EL GRAN MISTERIO DE LA LIBERTAD

Muchos de nuestros jóvenes y adolescentes entienden mal el concepto de libertad, Por tanto los padres de familia deben educar a sus hijos de tal manera que poco a poco con el paso del tiempo el hijo sepa hacer bueno uso de su libertad. En este campo también entra la tarea de ayudar a sus hijos con un plena libertad que es lo que quieren ser en su vida, infundiendo y trasmitiendo en ellos saber  tomar decisiones siempre a la luz iluminadora de Dios, que sepan que Él nos ha creado libres y que espera una respuesta generosa de nuestra parte a esa plena libertad de los hijos de Dios. 

4. ASPECTOS IMPORTANTES DE CÓMO TRANSMITIR LA FE EN LA FAMILIA

La vida de piedad en la familia, cercanía a Dios en la oración y los sacramentos, la doctrina familiar, la educación en las virtudes, buen ambiente familiar, dedicar tiempo a los hijos, etc. En pocas palabras debemos ayudar a nuestros hijos a llevarlos a tener un encuentro verdadero con Cristo, desde sus primeros años de vida, para que así el amor que surge de ese encuentro se convierta en respuesta de igual menara amorosa hacia nuestro creador, dice el Santo Padre Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada mundial de oración por las vocaciones para este año 2013 «Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues crecer en la experiencia de la fe, entendida como relación profunda con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros. 

5. DE PROFESIÓN, PADRES

 Nadie nace sabiendo ser padre o madre, aunque la educación de los hijos depende de los padres antes de cualquier persona (maestros, catequistas etc.). Por tanto la tarea de los padres no es fácil, si no educamos y hablamos a los hijos de Dios, quizá alguien más lo hará, pero quizá de una manera errónea. Los Padres de familia deben de trasmitir la fe de una manera equilibrada y sistemática, ya que se trata de trasmitir un mensaje de salvación que afecta a toda la persona. Para poder ser buenos padres educadores en la fe, primero debemos conocer e informarnos de nuestra religión y así poder transmitir a los hijos conocimientos sólidos y fructuosos en un futuro.

6. MOSTRAR LA BELLEZA DE LA FE

Ya dijimos que es tarea de todos los  padres de familia educan en la fe y en las virtudes, pero esto se tiene que hacer con la mayor dedicación posible, mostrando así la verdadera belleza de la fe y de las virtudes. Para mostrar la belleza de la fe debemos, por ejemplo,  al proponer a nuestros hijos los mandamientos debemos hacerlo de una manera que ellos no los vean como una imposición fuerte de Dios, como insensibles negaciones si no como propuestas de acción para proteger y fomentar la vida, la confianza, la paz en las relaciones familiares y sociales. La familia cristiana trasmite la belleza de la fe y del amor de Cristo, cuando se vive en armonía familiar por caridad, sabiendo sonreír y olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás.

7. AYUDARLES A ENCONTRAR EL CAMINO

 Educar en este campo de la fe, es poner los medios para que los hijos conviertan sus entera existencia en un acto de adoración a Dios, y que ellos mismos comprendan que la criatura sin su creador desaparece, se pierde. Los padres de familia desean que sus hijos alcancen la excelencia y sean felices en todos los aspectos de la existencia, por tanto que deseen también que no se queden en la mediocridad espiritual.

8. VOCACIÓN DE LOS HIJOS, VOCACIÓN DE LOS PADRES

La fe es por naturaleza un acto libre, que no se puede imponer, ni siquiera indirectamente mediante argumentos «irrefutables» creer es un don que hunde sus raíces en el misterio de la gracia de Dios y la libre correspondencia humana. Sin duda, la llamada del hijo puede suponer para los padres la entrega de planes y proyectos muy queridos, los padres entregan todo al Señor, es parte de su maravillosa vocación a la maternidad y a la paternidad. La llamada es doble: la del hijo que se da y la de los padres que lo dan; y en muchos casos puede ser mayor el mérito de estos últimos elegidos por Dios para entregar lo que más quieren y hacerlo con alegría. La vocación de un hijo se convierte en un motivo de santo orgullo, que lleva a los padres a secundarla con su oración y su cariño, así lo explica el Beato Juan Pablo II: «Estad abiertos a las vocaciones que surjan entre vosotros. Orad para que como señal de su amor especial, el Señor se digne llamar a uno o más miembros de vuestras familias y servirle. Vivid vuestra fe con una alegría y un fervor que sean capaces de alentar dichas vocaciones. Sed generosos cuando vuestro hijo o vuestra hija, vuestro hermano o vuestra hermana decidan seguir a Cristo por este camino especial. Dejad que su vocación vaya creciendo y fortaleciéndose. Prestad todo nuestro apoyo a una elección hecha con libertad». La decisión de entregarse a Dios germinan en el seno de una educación cristiana: se podría decir que son como su culmen. La familia se convierte así, gracias a la solicitud de los padres, en una verdadera Iglesia doméstica.